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    T2 Trainspotting
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    T2 Trainspotting

    Escoge una puta vida y pírate

    por Alejandro G.Calvo

    Si tenemos versiones sexagenarias de John McClane, Han Solo y Rocky Balboa, ¿por qué no tener versiones cuarentonas de Renton, Sick Boy, Spud y Begbie? Los que vivimos el estreno de Trainspotting (1996) en el final de nuestra adolescencia difícilmente podremos olvidar el shock del visionado del film de Danny Boyle: un aquelarre de escenas bañadas en química lisérgica que iban de la comedia más bruta al horror más delirante, disparadas con velocidad terminal bajo los ritmos de New Order, Iggy Pop y Elastica (entre muchos otros: el CD con la banda sonora se vendió como churros). ¿Era una buena película Trainspotting? Honestamente, ni lo sé, ni me importa. Cuando algo funciona tan bien y lo disfrutas tanto, hay un momento que los valores estrictamente semánticos de la cinematografía me la traen al pairo. Además, no he vuelto a revisar una película que, en su día, me la debí ver ochocientas veces. Así que ni falta que me hace.

    Dicho esto uno sabía que T2, obviamente, no iba a tener ni la fuerza ni la gracia de su predecesora –como casi todas las secuelas (y derivadas) oportunistas que vemos hoy en día-, pero el miedo estribaba en que T2 fuera a Trainspotting, no sé, lo que Rey gitano (2015) a Airbag (1997), o lo que La La Land  (2016) a Un americano en París (1951), por poner dos ejemplos claramente diferenciadores. Así que preparado de antemano uno no debería encontrarse muchos problemas a la hora de disfrutar de esta reunión de viejos alumnos de la heroína y es que, aunque el film de Boyle adolezca de un guion inexistente –son retazos de ideas bastante simples- y su estilo sea tan anacrónico que entra en el espacio de la decadencia, sí tiene ideas bastante sugestivas y soluciones narrativas que, al menos, están muy por encima de películas-bluf como Slumdog Millionaire (2008) o 127 horas (2010).

    Vaya por delante que lo más interesante de T2 pasa por ser un ejercicio nostálgico imposible: los protagonistas –ahora con nombre adulto: Mark, Simon, Frank y Daniel-, machacados física y psicológicamente a sus casi cincuenta años, no dejan de evocar a lo largo de todas su película –Boyle añade reimpresiones del primer film a modo de remixes dentro de la cinta- sus tiempos mejores a lomos del caballo (e incluso antes). Tanto da que entonces fueran piltrafas humanas, piel y huesos, pura adicción. Cualquier cosa es mejor que hacerse viejo, tener que afrontar la realidad sucia y abstemia de la madurez, preocuparse de cómo conseguir dinero, formar una familia, alcanzar tus inútiles sueños. Pocos chistes (y más bien malos) hay en T2 –otro chiste más sobre el Viagra y dejo de ver películas-, normal, esto es un drama salpicado de violencia y con un cierto espíritu redentor que, como no podía caer en ninguno de nuestros antihéroes, acaba en manos de un nuevo personaje: una joven prostituta, novia de Simon/Sick Boy, que es la única que parece cuerda de todo el bunch.

    Así que escoge una vida. Y, si no te gusta, escoge otra. Escoge hacer con ella lo que te dé la gana. Escoge drogarte (o no), emborracharte (o no), follar sin parar (si te dejan). Escoge leer, escuchar música, ver películas. Escoge reírte. Escoge querer. Escoge ser querido. Escoge tener (o no) hijos. Escoge a los mejores amigos. Escoge tener tiempo para ti. Escoge hacer cosas que te gustan, sean las que sean. En fin, escoge todo lo que puedes escoger porque el resto de cosas que no quieres hacer ya se encargará de imponértelas la propia vida.

    A favor: El reencuentro entre Mark/Renton y Frank/Begbie, en plano cenital.

    En contra: Que haya T3 con los protas en el psiquiátrico de La cura del bienestar.

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