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    Miles Ahead
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    Lourdes L.
    Lourdes L.

    127.257 usuarios 920 críticas Sigue sus publicaciones

    2,0
    Publicada el 9 de agosto de 2016
    ..., y sigo ¡sin apenas saber!, de Miles Davis.

    Sin conocimiento específico sobre Miles Davis y su vida en concreto, me acerco a valorar lo que Don Cheadle tenga en buena estima otorgar..., con el antecedente de venir abrumada y emocionada -en el sentido más profundo y positivo de dichas palabras-, de disfrutar de una espléndida “Born to be blue”, que temo dictará parte de la impresión y sentencia sobre ésta.
    Y la pregunta inevitable es, ¿es éste el Miles Davis por el que Don Cheadle se volvió loco?, ¿es éste el Miles que tanto deseaba reflejar?, ¿el Davis que durante tantos años persiguió y por el que tanto luchó?
    Juega a dos tiempos, pasado memorable/presente desastroso, época de máxima gloria interpretativa/vuelta complicada tras un lustro de inactividad y abandono, en esa carrera expositiva, de fondo y excusa, de un adicto y su lacayo, tras la loca recuperación de una cinta; porque no vas a encontrar la grandeza del músico, ni las exquisiteces del compositor, ni el arte de la enorme leyenda, únicamente un devastado hombre, perdido mentalmente/arruinado anímicamente cuya inspiración, en parada obstruida, rememora esos buenos tiempos donde todo era fácil, donde todo era goce, donde vivía para sentir y desplegar su maravillosa música.
    “Cuando estás creando tu música, ni siquiera el cielo es el límite”, música social de un géminis perturbado, que sentía dos voces en su moribundo cuerpo, capaz de lo mejor y lo peor es su turbulento proceder, de violencia arrasadora, el único lado que parece interesar a Don, esa ambivalencia y transformación del genio al loco, del magnífico creador, al ser desahuciado, con ese inquietante intento de recuperar su magia y volver a ser digno de su nombre.
    Dicen que inventa mucho de lo narrado, que exagera y distorsiona, que es un fraude para los fans del trompetista/mediocre para el resto; Cheadle se embarca en mostrar la caída de un ángel negro y el ascenso del ave fénix, aún no muerto/aún no anulado, se centra en sus tormentos, lamentos, regresiones y ataques a su propia persona, a ese desvalido engendro que se machaca con insistencia, al tiempo que deja entrever esperanza de su renacimiento.
    Que Don está espléndido..., es evidencia gratuita innecesaria de afirmar, que la fotografía es rotunda, que eclipsa y sugestiona..., lo perciben tus ojos al primer instante, que echas de menos más melodía escénica suya..., notoriedad triste que pesa, que abusa de ese insistir en pareja ambivalente, jugando a la caza del ladrón mezquino..., cierto, que mortifica al espectador con su rodada adrenalina, de caída drogadicción y surrealismo de hallar salida al desmayo continuo de su lógica razón..., se siente con decepción, que no es lo que esperabas..., hachazo inevitable de consumo, que aceptas el acento exclusivo sobre su nublado legado pero te preguntas por qué no destacar, al mismo nivel de agudeza y persistencia, tanto más como hay en su heterogénea existencia..., interrogante para un escritor-director-productor, tan entusiasmado con su propio producto, que se ciega a la hora de realizarlo.
    Sensación rancia e inapetente para una cinta que parece de segunda, dada la explosión ferviente y tirante que fue la vida de este único hombre; difícil estar complacida con lo ofertado, desilusionada es más probable, pues las opciones de enfoque eran tan diversas y había tanto material disponible del que sacar grato partido, en forma de fábula vigorosa que, éste desmadrado correr, golpear, desvariar y tocar un mínimo, mientras tanto, sabe a lamento de muy poco.
    Estaba equivocada, el biopic de Chet Baker no ha influido sobre la conclusión de ésta pues, aquel luce y deslumbra la figura de su maestro, ésta apaga y entierra al mito de ésta.
    “Oye Miles ¿vas a regresar?” “Con toda seguridad”, aunque esperemos otra cinta que te haga más justicia; “Miles ahead”, le interesa el embrollo de su cabeza, aunque ésta era mucho más compleja y daba para mucho más de sí de lo reseñado.
    ..., y Ewan McGregor ¡de despertador caradura de la ira de Davis!
    Débil devaneo, para tan espectacular suculencia.

    Lo mejor; la interpretación de Cheadle y la fotografía que le afianza.
    Lo peor; el limitado y fantaseado enfoque en el que se centra.
    Nota 6,1

    lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
    Saturnino G.
    Saturnino G.

    36 usuarios 30 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 20 de abril de 2017
    Las autobiografías en cine de personajes destacados de la historia están tratadas dependiendo de muchos factores, ya sea, por ejemplo, de un rigor profesional exquisito y explique de una manera muy formal sin entrar en campos que dejen al personaje en cuestión o en mal lugar. Sin embargo, el enfoque puede cambiar y partir desde una zona de su vida que no sea tan exitosa y de allí explicar parte de su trayectoria profesional. Evidentemente noventa minutos no dan para explicar un todo de una existencia destacada. Así, habrá directores que dan unas pinceladas: desde su niñez pasando por la adolescencia, etapa adulta hasta la muerte. En otras ocasiones se destaca su obsesión a la hora de componer su obra, pues si es escritor sus neuras de creación , si es pintor sus momentos de inspiración o en el caso que nos ocupa del famoso trompetista Miles Davis recrearse en su carrera musical. Sin embargo, puede ser que el director se fije ( que no guste tanto a sus fans) en otros aspectos personales que, pese a destacar en un ámbito cultural, le interese esa lado histriónico de su personalidad. Y eso es lo que puede ofender a muchos entusiastas de un músico memorable en la película "Miles Ahead" de Don Cheadle ( aquel actor de "Crash" de Paul Haggis donde realiza un papel de acaudalado que recibe las agresiones típicas del racismo por ser negro o en "Hotel Rwanda" de Terry George donde la lucha de clases étnicas desemboca en violencia), el cual, destaca, sobre todas las demás situaciones, su faceta perversa de drogadicto, alcohólico además de algún punto racista y pasa de puntillas por su obra. Este enfoque negativo de un gran autor musical puede dañar la sensibilidad de aquellas personas que lo tienen como un ídolo. En mi caso, tomo la película como una ficción particular del propio Cheadle ( director, guionista y actor de la cinta) y considero que consigue entretener. No sabemos si una obra centrada en su creación hubiera sido más tostón para los desconocidos del mundo musical. Por lo tanto, se centra en ese camino bohemio y en su deambular pasota que va acompañado de un reportero de "Rolling Stone" encarnado en el careto y el porte siempre entregado de Ewan McGregor.

    La película cuenta la historia del famoso trompetista Milkes Davis. Se recrea en los aspectos turbios de un personaje que ha pasado por el vino y las rosas de la vida. Se detiene en ese punto donde la droga, el alcohol y el mundo bohemio le invade. Por medio de tanto caos se cuela el reportero que quiere contar la vida del artista. La historia no se queda solo con este aspecto, sino que repasa ( se van sucediendo flashback ) su trayectoria más brillante con su esposa. Luces y sombras de un maestro contadas desde la derrota. Incluso hay un repaso de racismo ( no podía faltar ese aspecto, siempre presente en sus papeles) en un momento es golpeado violentamente por la policía por estar parado en la esquina del bar donde actuaba, sin más. Su pecado era fumarse un cigarrillo en uno de los descansos de la actuación delante de un policía ( "camina, negro, camina", comentaba amenazador el agente) como no hacía caso pues a la trena y golpeado. El director no ha querido exaltar la figura del maestro sino colocarse en una etapa más vistosa para el espectador, porque desde allí le servía para lanzarse en otros aspectos de su vida. Todo ello, con la fuerza de dos personajes destacados se llega al final con la sensación de que no te has aburrido. En definitiva, merece la pena quedarse con alguna que otra frase memorable cuando toca el piano que le pregunta su compañero de aventuras, el periodista, ¿pero también tocas el piano? Él contesta: “ Me levanté negro y ya sabía tocar”
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