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    Runner Runner
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Runner Runner

    ¿Por qué corre Richie Furst?

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Uno de los grandes arquetipos del imaginario estadounidense es el del trepa, el chico que avanza más rápido que el sistema con el fin de ganarle siempre la partida. Lo inmortalizó de manera espléndida el novelista y guionista Budd Schulberg en la no menos magnífica novela ¿Por qué corre Sammy?, cuyo protagonista, Sammy Glick, un chico de los bajos fondos que llegaba a lo más alto de Hollywood, ha sido reinterpretado miles de veces en el cine. Se me ocurre un ejemplo reciente, el Eddie Morra (Bradley Cooper) de Sin límites, un escritor que consigue ser un tiburón de las finanzas gracias a la super energía que le brinda una droga de diseño muy especial. Otro ejemplo es el Richie Hurt (Justin Timberlake) de Runner Runner, la cinta que nos ocupa y un ameno thriller de acción con el mundo de las partidas de póker online como atractivo escenario.

    Nadie le puede reprochar a Brian Koppelman lo urgente de su propuesta. Guionista de trabajos decentes como Ocean's 13 y superlativos como The Girlfriend Experience, Koppelman nos introduce en la historia de un listillo universitario de Princeton que, tras perder todo su dinero ahorrado en una página de poker online, decide ir hasta Costa Rica en busca del propietario de la web porque cree haber sido timado mediante un agujero del sistema. Hurt, tan herido económicamente como su apellido nos indica, acaba, no obstante, convertido en el delfín del jefazo, Ivan Block (un Ben Affleck à la Nicolas Cage). Su relación irá más allá de la profesional para llegar a términos casi edípicos: en su yo más íntimo, lo que más ansía Hurt es vencer a su maestro y quedarse con el negocio, el dinero y, claro, la chica, una Gemma Artenton cubierta de loción dorada y de aspecto más maternal que de femme fatale.

    Furman consigue momentos especialmente interesantes. El arranque del filme contándonos los tejemanejes de las webs de póker conquista al espectador, mientras que la primera mirada sobre sus personajes no es nada complaciente y los retrata como son: ávaros, inconscientes, horteras, criaturas, en última instancia, pegadas a un presente donde el dinero rige los valores. En ese sentido, el guión de Koppelman no escatima en bromas sobre la situación actual de crisis y no duda en señalar ni a los verdaderos culpables ni en cómo se han ido de rositas. Quizá su discurso en torno al gran casino que es nuestra sociedad capitalista suena algo manido, pero no por ello pierde vigencia.

    A favor: Ben Affleck, superado por las circunstancias.

    En contra: En su tramo final, la película se convierte en un thriller demasiado convencional y previsible.

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