Crítica de SensaCine.com para El mago: Un Oz urbano y soul

Esta versión moderna de 'El Mago de Oz' que traslada la acción de Kentucky a un barrio afroamericano de Nueva York ha quedado como una de las películas más desconcertantes y estrepitosamente fallidas de la historia del cine. El punto de partida no era malo. En pleno auge de la cultura popular negra, la Motown se alía con la Universal para llevar a cabo un musical de gran presupuesto que ya había triunfado en los escenarios de Broadway. Tras el auge de la blaxploitation se trataba de ir más allá, de ofrecer un producto de serie A protagonizado totalmente por intérpretes de raza negra. El film contaba con estrellas de la discográfica como Diana Ross o el emergente Michael Jackson en su primer papel cinematográfico, con actores míticos como Richard Pryor o Lena Horne, además de con Quincy Jones en la producción musical. ¿Y qué mejor que con todo ello apropiarse de uno de los relatos fundacionales de la cultura popular estadounidense (blanca)?

Lo que debería haber sido el gran musical soul del cine empieza mal: Diana Ross, con aspecto de solterona ex yonqui, no encaja para nada en el papel de la adolescente Dorothy. Ver toda la película al joven Jackson con un papel de magdalena enganchado a la nariz no mejora las cosas... Ni la dirección del por otro lado gran Sidney Lumet ni el guión de un casi debutante Joel Schumacher parecen los más adecuados para un proyecto tan ambicioso como complejo: mudar todo un imaginario muy instalado en el subconsciente norteamericano a las barriadas de Nueva York e inyectarlo de la fuerza de la música soul. Al final la película se limita a convertir el itinerario de Dorothy, el Hombre de Hojalata, el León y el Espantapájaros en toda una perorata sobre la aceptación de uno mismo puntuada por algunos números musicales de espectacular aparatosidad.

Lo mejor Algunos momentos musicales.

Lo peor: El retroceso que supuso para la normalización de la cultura negra como producto de masas.