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    El héroe de Berlín
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    El héroe de Berlín

    El corredor del laberinto nazi

    por Marcos Gandía

    Stephen Hopkins, uno de los últimos miembros de los autores (del fantástico y el cine de género) que surgieron del off Hollywood (y off Estados Unidos) en los años 80 y nos brindaron excelentes muestras del terror pop (firmó una entrega de Pesadilla en Elm Street), el thriller aldrichiano (Los jueces de la noche), la action movie (la infravalorada Volar por los aires) y la aventura con trastienda (la excepcional Los demonios de la noche). Vuelto a la TV, Hopkins regresa a la gran pantalla con un biopic, género que ya había abordado en Llamadme Peter, interesante retrato de Peter Sellers.

    El elegido esta vez es el atleta Jesse Owens, el héroe de Berlín, el corredor que sacó de sus casillas a Adolf Hitler y a Goebbels. Exactamente, por ahí, por el terreno de la gesta de un chico de color (negro) que superó (o no mucho: véase el epílogo) las barreras del racismo en unos años de plomo (la década de los 30 del pasado siglo), se toma su tiempo la película, siendo esta crónica histórica la menos interesante a la postre. Tampoco se sale de lo convencional toda la parte ya sita en Berlín, en las olimpiadas de 1936, aunque Stephen Hopkins parece encontrarse más a gusto filmando a Leni Riefenstal rodando esos juegos olímpicos, como si el cineasta fuera consciente de que la misma creación cinematográfica es una carrera de fondo, o de obstáculos, y que la verdad y la mentira, la realidad y la leyenda se confunden, para que sea esta última la que acabe prevaleciendo. Que definamos como convencional o tópico estas obligaciones de la biografía cinematográfica no hacen desmerecer la pulcra narrativa de El héroe de Berlín, un producto que se deja ver sin ningún tipo de problemas, cuyas dos horas y cuarto no te hacen hacer mirar el reloj nunca y donde sus obvias restricciones presupuestarias no molestan. Su mayor interés, empero, está en el personaje del entrenador, en su transmisión, su transferencia de una carrera deportiva truncada hacia ese atleta joven de ébano con un gran futuro a su alcance. Una historia de amistad que entronca con el mejor y lo mejor del cine deportivo, del género deportivo, sea cual sea el deporte: fútbol americano, boxeo, béisbol, baloncesto… Ahí sí, en esta cancha sí que Stephen Hopkins y su esmerado último trabajo llegan a meta con dignidad.  

    A favor: la reconstrucción del salto de longitud.

    En contra: ese Hitler de Muchachada Nui.

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