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    Lost River
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    Beatriz López Velasco
    Beatriz López Velasco

    94.580 usuarios 455 críticas Sigue sus publicaciones

    2,5
    Publicada el 1 de octubre de 2015
    Para su debut como director, Ryan Gosling ha elegido una peculiar historia a medio camino entre la fantasía y el cine negro, de la que también es escritor y productor y que lleva por título Lost River. La cinta se presentó a concurso en la sección Certain Regard del Festival de Cine de Cannes de 2014, donde recibió aplausos y abucheos por igual, y fue destrozada por la crítica, lo que llevó a Warner Bros a realizar un lanzamiento limitado en las salas, a la vez que estaba disponible en plataformas digitales (VOD).
    En un pueblo medio deshabitado y en ruinas llamado Lost River, cercano a un pantano que ha sepultado parte de sus calles, vive Billy una madre soltera que trata de sacar a sus dos hijos adelante, un bebe llamado Franky y un adolescente a quien llaman Huesos. Billy lleva unos meses sin pagar la hipoteca y el nuevo gerente del banco le ofrece trabajar en un sórdido local de su propiedad para no perder la casa. Mientras, Huesos consigue dinero robando cobre en las casas abandonadas, algo que le traerá problemas con Bully, un matón que se ha proclamado dueño del territorio.
    Desde la primera vez que oí hablar de esta película no tuve buenas vibraciones, Ryan Gosling es un tipo muy interesante, es guapo, tiene una novia cañón (Eva Mendes) y, lo más importante, es un buen actor, lo ha demostrado muchas veces (Blue Valentine, Drive, Los idus de marzo…). Pero también tiene cierta tendencia al divismo y su estreno como director ha resultado ser tan pretencioso y presuntuoso como confuso y carente de ritmo y estructura narrativa. Vamos, la peor mezcla que podía surgir al combinar a Nicolas Winding Refn con David Lynch y unos toques de Quentin Tarantino… en un mal día. Puede que ese sea el peor de sus problemas, tienen tantos referentes cinematográficos que carece de identidad propia.
    A favor puedo decir que a veces resulta ingeniosa, me ha gustado como el director de fotografía (Benoît Debie) consigue encontrar belleza en la decadencia y el abandono, creando una atmósfera de sueño irreal. Resulta muy interesante la banda sonora compuesta por Johnny Jewel, que también compuso la de Driver. Está claro que Gosling ha sabido rodearse de grandes profesionales, tanto delante como detrás de las cámaras, pero no sabe muy bien qué hacer con ellos y la mayor parte del tiempo resulta difícil entender que está pasando.
    La protagonista de este extraño cuento es Christina Hendricks (Mad men) que realiza un gran trabajo, demostrando su versatilidad. El mayor de sus hijos es Iain De Caestecker (Agents of S.H.I.E.L.D.), Saoirse Ronan (El gran Hotel Budapest) es la solitaria vecina, Matt Smith (el último Doctor Who) es el matón Bully, Ben Mendelsohn (Animal kingdom) es el dueño del local nocturno y Eva Mendes (Cruce de caminos) una de las bailarinas que tiene un primera aparición apoteósica, al ritmo del mítico Moliendo café.
    La primera película como director de Ryan Gosling ofrece una caótica fusión de estilos que resulta extremadamente surrealista, aunque puede que tan sólo sea una fábula sombría y elegante sobre un pueblo golpeado por la crisis.
    Lourdes L.
    Lourdes L.

    127.273 usuarios 920 críticas Sigue sus publicaciones

    2,5
    Publicada el 22 de abril de 2015
    "Sólo Dios perdona" a este río perdido pues de él nace, en él se inspira y por su recuerdo fallece.
    Un actor más -y la lista empieza a ser larga- que se pasa a dirigir la interpretación que, hasta entonces, era su arte y morada, que aburrido, y a la espera entre película y película, decide poner su creativa imaginación al servicio de la pluma dejando volar su fantasía hacia cuotas sin freno que buscan el colofón final del fotograma, lanzarse sin paracaídas protector a un terreno complicado de aterrizar, de hacer pie, de manejar y, aún más difícil, de hacerlo todo con esmero.
    Ryan Gosling escribe, dirige, produce esta fábula de David contra Goliat, de ovejas contra lienas que merodean en busca de sangre y carnaza, que anhelan devorar a sus víctimas hasta el último aliento, sometimiento del más fuerte contra el ciudadano que sobrevivie a duras penas siendo lo que más luce, brilla y emociona la estética y fotografía, y lo que menos destaca y asombra, la dirección y su historia.
    Le otorgas 45 minutos de tu interés y curiosidad para saber qué te quiere contar, descubrir dónde te quiere llevar porque la presentación artística es absorbente, atractiva y de gran encontronazo, deslumbrante colorido intermitente en un mar de miseria bestial de una ciudad abandonada a su suerte donde la pobreza, delincuencia y apatía hacen el agosto cada día, supervivencia dura y cruel de una madre con dos hijos sometida al caballo de Troya, caprichoso y desmedido, de quien tiene el dinero y el poder, choque seductor de imágenes de esperanza, compañía, amistad junto con la lucha mezquina de esos lobos al acecho que lo roban y destruyen todo, pausa melancólica de maratón lento, agónico y música acompasada para una mirada catatónica, abatida y sonámbula de huida constante por no ser atrapada por la desidia y el desespero de una Detroit dejada a su muerte, mucho surrealismo simbólico para expresar, con lánguidez y desaliento, las palabras que el guión olvida en una representación teatral y metafórica de lectura profunda y loable de la sociedad..., pero toda esta maravilla visual que captura y atrapa con estilo al ritmo de su feroz, singular y esquiva andadura sólo da para mantener tu atención los tres cuartos referidos anteriormente, para fugaz exhibición poética de una realidad oscura sin mucha habilidad en las formas porque, para entonces, la falta de consistencia, de destino, de mensaje, de habla con sed que te mantenga despierto y sediento, al vuelo, apagan tu motivación y surgen la distancia y la desgana pues todo el circo y fanfarria no sirven de nada sin un relato con contenido e ideas claras de lo que se quiere narrar.
    Este firme actor londinense, en su primer rodaje, se atreve a tirarse de cabeza a la piscina, sin prevención ni salvavidas, pero sólo ofrece agua a mansalva y chapoteo continuo que, al principio, entretienen pero, con el tiempo, resultan insuficiente, su criterio se desvanece y se pierde en su propio mareo, intenta ser experto en una técnica que no controla, tiene buenos referentes de modelo soñado pero, debido a su inmadurez en su nuevo trabajo, se dedica a floja copia, incluso un corte y pega, que decora el espectáculo pero anula el deseo de conocimiento ya que su estrafalario cuadro, cuidado con extremo detalle en cada punto, da para visita turística de observar por fisgar pero resulta en exceso pretencioso en su altivez pues absorbe de quienes admira sin lograr despuntar la originalidad de su propia cosecha; evidencia, no culpable, de ser primerizo que, con el tiempo y experiencia, madurará aunque, por ahora, es desmadre caótico que no va a ninguna parte.
    Buena esencia que no sabe encontrar desarrollo, coreografiía de números impactantes sin melodía acorde que suscite apetencia de acompañamiento, láminas divergentes que, simplemente, se exponen pero pierden eficacia en la travesía ya que la conducción es desatinada y nos satisface, habrá que esperar a nuevas ideas y empeños de este novato, voluntario artífice en el arte del ojo tras la cámara, lo visto sólo es imitación mix de diversos autores.
    Prevención para visitantes ingenuos que busquen acople lógico, cuerdo y racional pues es discurso idealista para enamorados de lo estrambótico, lo enrevesado y lo discordante confeccionando un telar llamativo y particular que mecanografía sus señales en morse para ser reveladas e interpretadas por cada cual.
    Aunque no acierte plenamente en el intento, se acepta el esfuerzo.
    Gerardo M.
    Gerardo M.

    4.454 usuarios 134 críticas Sigue sus publicaciones

    2,0
    Publicada el 13 de abril de 2015
    Bajo la superficie de las aguas

    Siempre es interesante ver cómo un actor se pasa al otro lado de una cámara y asume el rol de director, cómo recoge influencias de todos los cineastas para los que ha trabajado y encuentra su propio camino como contador de historias. Ya lo han hecho con éxito Clint Eastwood, Mel Gibson o Robert Redford, y más recientemente Ben Affleck, George Clooney o Tommy Lee Jones, todos ellos con resultados en muchos casos sobresalientes.

    Ahora es Ryan Gosling quien se sienta en la butaca del director para presentar “Lost River”, una oscura fábula que se mueve entre los suburbios de un Detroit en bancarrota, una ciudad fantasma sometida a un hechizo que la impide salir a flote de su propia inmundicia. Lo que el actor propone es un perturbador cuento de hadas repleto de lobos al acecho de los débiles, de los que hacen lo que sea necesario por sobrevivir y los monstruos que se aprovechan de esa situación.

    A nivel argumental, este siniestro relato sobre el capitalismo y la conquista del sueño americano escondido bajo la superficie del agua está bien perfilado, a pesar de un desenlace que cruza la línea del absurdo y la presuntuosidad. Gosling consigue transmitir al espectador su mensaje a nivel de guión, y logra un mundo tan retorcidamente onírico como aterradoramente real repleto de personajes bastante bien matizados sometidos a todo aquello que se le pasa por la cabeza al director.

    Sin embargo, a nivel de dirección, pese a momentos puntuales de ingenio y fuerza autoral, Gosling se acomoda en la silla como realizador tanto como viene haciendo como intérprete desde “Drive”. Y es precisamente al cine de Nicolas Winding Refn a lo que recuerda esta ópera prima, pero como una versión sucia y empantanada del trabajo del cineasta danés. Se mira tanto en el espejo de su maestro que otras referencias al cine de David Lynch o Terrence Malick quedan como meras copias a un nivel mucho menor.

    Lo que resulta en definitiva es una obra mal equilibrada, con una historia potente, una buena dirección de actores –aunque Ben Mendelsohn se los come a todos- y un universo bastante atractivo, pero que adolece de una realización totalmente desprovista de personalidad. Puede hacerse extremadamente extraña para muchos espectadores, pero éste es el menor de sus males cuando trata de asemejarse a otros directores. Una lástima, porque de haber sido más original tras la cámara, su debut apuntaría maneras de prometedor realizador, y no se hallaría ahogado bajo la superficie de las aguas de ese río perdido del título. Y ya que como actor viene repitiendo el mismo personaje desde hace cuatro años, siempre le quedará como salvoconducto ser guionista. Su río aún no está perdido.

    A favor: la potencia del relato relato y el muestrario de personajes del que hace gala Gosling en su guión
    En contra: la dirección nada personal, que recuerda demasiado al cine de Winding Refn
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