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    Bone Tomahawk
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    Bone Tomahawk

    Las colinas tienen ojos

    por Xavi Sánchez Pons

    El western nunca se ha ido. Así que ese tan cacareado revival del género que se vende en la actualidad no es lo es tanto. Ahora bien, lo que sí es curioso es que los dos mejores filmes del oeste en mucho tiempo tengan en su ADN guiños, cuando no pasajes enteros, que flirtean con el cine de terror. Uno, ya habrán imaginado cual, es el de Tarantino, esos odiosos ocho que citan La cosa de John Carpenter y los giallos italianos. Otro, este Bone Tomahawk que hibrida las misiones de rescate suicidas a lo Centauros del desierto, con los survivals de terror de los años ochenta, sin ir más lejos, esas colinas que lo veían todo de Wes Craven. Y es que el debut tras las cámaras de S. Craig Zahler esconde, tras su aparente clasicismo, una subversión de ciertos códigos del western.

    La película de Zahler, cuidadísima hasta el último detalle –sirva de ejemplo un excelente casting en el que hasta los papeles pequeños son interpretados por actores con gancho, ahí están los desdichados ladronzuelos a los que ponen cara Sid Haig y David Arquette-, juguetea a su antojo con los estereotipos heroicos y con las expectativas del espectador de forma magistral, dinamitando esa idea de que el más fuerte sobrevive, y de paso, entregando un western de supervivencia que crea su propio paradigma. Un paradigma, eso sí, que se encuentra cercano a uno de los mejores exponentes del género facturados en los setenta: la sorprendentemente cruda y violenta, La venganza de Ulzana. Un filme, el de Robert Aldrich, que, como este Bone Tomahawk, también tenía un poquito de cine de aventuras. Eso sí, el twist personal que incluye S. Craig Zahler en su película, el director norteamericano se encarga también del guion, es la presencia de unos indios caníbales; una tribu de salvajes que haría migas con los clanes de antropófagos que pueblan las novelas de Jack Ketchum.  

    Bone Tomahawk empieza como un western clásico. Se toma su tiempo a la hora de presentar los personajes de los cuatro hombres que van al rescate de una mujer, unos excelentes Patrick Wilson, Kurt Russell, Richard Jenkins y Matthew Fox; describe a la perfección las fricciones entre ellos y como también va naciendo la camaradería y el respeto en el grupo a medida que avanza la misión y son conscientes de que no todos volverán a casa con sus familias; y acaba con una media hora final gore y ultraviolenta que pone patas arriba el género, una contundente, seca, lucha por la supervivencia que cuestiona la teoría de la selección natural acuñada por Darwin. Todo esto filmado, claro está, en –glorioso- scope.

    A favor: su crudo y salvaje clímax final

    En contra: que ese clímax final eclipse el resto de la película, también excelente

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