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    Fuerza mayor
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    cine
    Un visitante
    4,5
    Publicada el 20 de junio de 2016
    Una familia compuesta por un matrimonio joven con sus dos hijos, que pasan unos días de vacaciones en un sofisticado balneario de los Alpes Suizos. Se verá enfrentada ante un hecho natural, pero controlado, a un cambio un cambio radical. Por un desmedido terror, el apdre huye, sin control, dejando a su esposa e hijos, en una complicada situación. cuando vuelve, hace caso omiso de su propia reacción, pero su mujer no. Que comienza a actuar, primero con enojo, luego con indiferencia. Le cuenta la enécdota a otras parejas, hasta que el hombre colapsa. Enfrentándose a la verguenza de haber sentido miedo. Ya han trancurrido 4 días. El quinto, el espectador se dará cuenta, que las emociones son traicioneras. Rubén östlud, logra la analogía perfecta, entre la avalancha de nieve, la frialdad del juicio y el desmoronamiento emocional. excelente.
    Charlie W.
    Charlie W.

    12 usuarios 17 críticas Sigue sus publicaciones

    2,5
    Publicada el 9 de marzo de 2015
    En el devenir diario de los acontecimientos vitales que la divina providencia tiene a bien otorgar a cada individuo; existen a menudo, insertados en sus más que laberínticas intenciones, un sinfín de circunstancias, elementos condicionantes, que implican en tantas ocasiones que sólidas convicciones morales queden en entredicho, o peor aún , se reduzcan a cenizas, consumidas por el fuego implacable que producen ciertas situaciones con las que no habíamos previsto lidiar.

    Fuerza mayor, es lo más parecido a un circuito de pruebas, provisto de un juez con mano de hierro convertido por momentos en la propia conciencia, y otros, en el entorno familiar y social, donde debe dirimirse la verdadera naturaleza de la conciencia moral de la figura patriarcal de una familia bien, en donde todo parece ir viento en popa hasta que entra en escena la prueba, ( en este caso no de fuego, sino más bien lo contrario), una avalancha de nieve que hace resquebrajarse los hasta ahora sólidos cimientos en los que la familia asentaba su feliz convivencia.

    Nada hacía presagiar no ya tal avalancha, afortunadamente sin consecuencias que lamentar, sino la espantada tétrica que el cabeza de familia protagoniza haciendo propio eso del sálvese quien pueda, dejando atónitos a propios y más adelante también a extraños.

    El director y guionista Ruben Östlund se ceba en este acto de cobardía, merecedor o no de indulgencias, a través de la esposa que hurga en ese hasta ahora desconocido lado oscuro de su esposo, hasta que éste acaba ahogando su propio ego en sollozos, en el improvisado escenario de discusiones en el que se convierte el pasillo del hotel.

    Escenarios inmaculados donde afloran actitudes con máculas casi inlavables donde el estrato social burgués se cura sus propias heridas, haciendo acopio de un valor que no tenían y que ahora sigue sin apararecer. Dilemas morales que intentan sacudirse de encima una realidad que está ahí, mirándoles a los ojos, recriminándoles sus propias conductas, las mismas que les sirven para en principio intentar justificarse ante su subjetiva y desvirtuada realidad.
    Lourdes L.
    Lourdes L.

    127.125 usuarios 920 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 1 de marzo de 2015
    "Entiendo que estés decepcionada de la persona que he resultado ser. No eres la única víctima, ¡soy víctima de mis instintos!..., ¿válido para todos, sólo algunos o hay alguien de indudable corazón puro que se salve?, incógnita no resuelta aunque, cuando menos te lo esperas...
    Ser o no ser, esa es la cuestión pues no juzgues a menos que seas totalmente inocente, ni señales cuando puedes ser la próxima acusada ya que, nadie está limpio de pecado y no es lícito tirar la piedra y esperar salir indemne puesto que, quien esconde la mano puede tener todo el brazo manchado y no hay mayor bocazas que el que debería haber callado y, de paso, no hables tanto si puedes ser el más culpable ni sanciones con alevosía sin ser, primariamente, juzgado ya que, hay heridas que rebotan en la cara y cicatrices que descubren nuestras vergüenzas de modo que, no hagas a los demás lo que no deseas para ti mismo y no esperes de nadie lo que tú no eres capaz de dar.
    Un cruel e incisivo espejo dictatorial que alza su dedo inquisidor para acabar roto en mil pedazos por una ética y honestidad pretendida que resulta ser esquiva y se nos escapa cuando menos esperas, un kantiano imperativo hipotético que pierde toda su fuerza mayor al valerse de un condicional apetitoso de duda e incertidumbre, hasta entonces, nunca hallada que destroza una realidad presente al tomar forma y transformarse en práctica fallida y fracasada, todo un experimento sociológico sobre la pareja, la familia y uno mismo que descubre una grandeza ética a partir de la sencillez de un acto nimio, espontáneo y fortuito, la sublime naturaleza como arma arrojadiza de un dilema moral y virtud no hallada que causará estragos en aquellos a quien ponga a prueba, test a la valentía, prioridad, cobardía, intuición, decisiva elección voluntaria -o no- de quienes somos y aceptación digna de ello.
    Estás de maravillosas vacaciones, en la terraza del hotel, almorzando con tus seres queridos, disfrutando de las espléndidas vistas y de la seguridad del amor profesado por las personas estimadas que constituyen tu mundo, una estúpida avalancha descontrolada, peligro inminente, enigma de suceso y, toda tu estructura social de vida se resquebraja al descubrir tu verdadero yo y el de tus semejantes, ser el primero en correr o el último en abandonar el barco, huir y salvarse/quedarse y proteger, cuestiones que sólo aparecen en situaciones límites de ansiedad, perturbación, miedo y caos, héroe encontrado/cobarde descubierto, respuesta tropezada sin retorno a paraíso perdido que abre un nuevo panorama reflexivo cuya crítica feroz puede resultar dañina cuando realice un giro de 180 grados y estampe su impronta y sello en nuestro espíritu definitivamente mancillado.
    Olvídate de la supuesta comedia, analiza el drama, devora las imágenes silenciosas y la asolada devastación de luz inmensa y vasta demarcación, ardiente corazón rodeado de frío descorazonador, gélido ambiente para torridos sentimientos, calidez emocional envuelta en hermetismo orgánico de arquitectura glacial que ofrece un peculiar, atípico, curioso discurso apalabrado, verdad que estalla sin pudor ni pedir permiso para avergonzar, impresionar, capturar y enorgullecer pues, sea cual sea tu título, puede que ninguno encaje definitivamente ya que parece moverse un poco entre todos variando posición, salida, recorrido y llegada.
    Cuatro días esquiando, el edén nevado y la serpiente tentando y, nadie a salvo de librarse de la guillotina y preferir plátano a suculenta manzana, la pregunta no es si gusta o no gusta sino, si te fías de cuál sería tu máxima, debate que no coje la profundidad deseada para nidar en el alma de la audiencia ya que, en ningún momento, la afinidad llega a tal punto que te cuestiones a ti mismo, estudio de la universidad de Ikea cuya república independiente de tu casa aún no está segura de quien es el soberano que la dirige pues, aspirantes al trono todos, falsas coronas de sobra, verdaderos reyes muy pocos.
    Se observa con cómoda distancia que no indaga en tu interior, espíritu analizador que no afila en demasía, interesante, llamativa, se puede ver como indagación anecdótica de rareza expuesta, mordacidad en las formas y desenlace letal pero, se ha exagerado su nota pues su agudeza y destreza se queda en pantalla, al margen del espectador.
    "Salomón, habiendo escuchado a las dos mujeres, hizo traer una espada y le dijo a uno de sus servidores: partir al niño por la mitad y dad una mitad a cada una de las mujeres. La madre del niño..., conmovida clamó: no lo mateis, señor, dadle a ella el niño vivo..., en cambio la otra decía..."
    ¿Te quedas y sacrificas o corres y salvas?
    Fuerza mayor desbocada que impone su sentencia con calma turbadora que anticipa la ópera demoledora de tempestad venidera.
    Adolfo Garcia Gonzalez
    Adolfo Garcia Gonzalez

    78.247 usuarios 612 críticas Sigue sus publicaciones

    3,5
    Publicada el 28 de febrero de 2015
    Historia sobre una familia con un cabeza de familia con un instinto de...
    Visualmente maravillosa!
    Gerardo M.
    Gerardo M.

    4.449 usuarios 134 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 20 de febrero de 2015
    Gran bola de nieve

    Una idílica estancia de cinco días en los Alpes. Tomas, Ebba y su familia están disfrutando de la comida cuando de repente una avalancha se acerca a lo lejos hacia el restaurante. Al principio, Tomas tranquiliza a los suyos advirtiendo que el alud está controlado. Pero pronto el peligro se acerca más y más y la situación escapa a su control. En una situación así, ¿cómo actuaría cada uno de nosotros? ¿Pondríamos a salvo a nuestros seres queridos antes que a nosotros mismos, o predominaría el instinto de supervivencia?

    En su nuevo trabajo tras la laureada “Play”, el sueco Ruben Östlund propone un drama familiar con tintes de comedia, o si lo prefieren una comedia tan ácida sacada de un contexto tan dramático que es imposible no esbozar una sonrisa incómoda, en torno a un acto de cobardía que irá creciendo en el seno de la familia protagonista y de los que los rodean como si de una gran bola de nieve se tratase.

    El realizador consigue así una serie de sublecturas de lo más interesantes. Por un lado, estamos evidentemente ante una gigantesca avalancha emocional dispuesta a dinamitar desde dentro la estabilidad conyugal y familiar, una mastodóntica terapia de pareja servida con un malicioso guión y arropada por un excelente reparto de actores, que acercan a la cinta al cine de Thomas Vinterberg. Pero también es la historia del fracaso del hombre como macho protector de su manada, la vergüenza de quien ha sacado a relucir su verdadero rostro y debe ser juzgado por ello. Y entre otros muchos frentes abiertos, también tenemos el reflejo de ese patetismo tan buñueliano al que puede verse rebajada la clase acomodada ante una crisis.

    Östlund consigue así un relato repleto de múltiples capas de nieve a punto de resquebrajarse, donde el narcicismo, el egoísmo y la independencia individual frente a la vida familiar se dan la mano. Y además logra algo que Vinterberg e incluso Michael Haneke manejan muy bien, ese efecto de distanciamiento por el cual podemos analizar de manera imparcial los actos de sus personajes sin identificarnos del todo emocionalmente con ellos, amén de compartir con ellos también los altibajos de ritmo y el no ir al grano en muchos momentos. Logra este distanciamiento, a pesar de la tensión que rodea a sus protagonistas, arrancando la risa del espectador que mira desde fuera una situación llevada hasta el extremo del absurdo. A ninguno de nosotros nos gustaría vernos sepultados por esta colosal bola de nieve. Pero qué divertido y retorcido es convertirse en juez y verdugo desde la lejanía.

    A favor: el reparto, el retorcido guión y el efecto de distanciamiento bien manejado por su director
    En contra: algunos bajones de ritmo que la pueden hacer demasiado lenta y larga
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