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    Maps To The Stars
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    Beatriz López Velasco
    Beatriz López Velasco

    94.580 usuarios 455 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 12 de enero de 2016
    La primera película que el cineasta canadiense David Cronenberg rueda es Estados Unidos es Maps to the stars, una cruel sátira sobre lo peor del mundo del espectáculo y los excesos de la civilización en general, y sobre la trastienda de Hollywood en particular. La película formó parte de los largometrajes a concurso en el Festival de cine de Cannes de 2014, donde Julianne Moore ganó el premio a mejor actriz, también recibió una nominación como mejor actriz en el Festival de Cine de Sitges y otra en los Globos de Oro de 2014 por su participación en esta película.
    [...] Esta es una sátira retorcida y trágica en la que David Cronenberg se permite el lujo de diseccionar el lado más oscuro del mundillo cinematográfico y lo hace de la forma menos sutil posible. Resulta curioso como la primera película que rueda en Estados Unidos sea precisamente una crítica feroz de su sistema y de la depravación de algunos de sus miembros más destacados. La trama está llena de ingenio y tiene mucho de comedia negra, el director se las arregla para crear un ambiente tenso en el que sabemos que algo terrible va a ocurrir, sólo nos queda esperar que suceda.
    Julianne Moore (Siempre Alice) está esplendida interpretando a una actriz emocionalmente inestable y con traumas infantiles, resulta fascinante verla actuar, lo cierto es que su personaje y sus problemas son la trama más interesante de la cinta. John Cusack (Cómo ser John Malkovich) es el doctor que la ayuda con sus terapias, Olivia Williams (la mujer de Bruce Willis en El sexto sentido) es la distante esposa del doctor y Mia Wasikowska (Alicia en el País de las Maravillas) es la frágil e inquietante la hija con problemas mentales cuya vida no parece importar a nadie.
    Espectacular también la interpretación del joven Evan Bird (The Killing) como el caprichoso y deshumanizado actor infantil en plena rehabilitación, resulta escalofriante. Completan el reparto Robert Pattinson (Saga Crepúsculo) como un conductor de limusina de alquiler que también aspira a ser actor, Sarah Gadon (Drácula: la leyenda jamás contada) que interpreta a la madre de Havana, muerta hace décadas, y un simpático cameo de Carrie Fisher (Star Wars) interpretándose a sí misma.
    Maps to the stars es una gran película, una historia retorcida y desmesurada que resulta altamente entretenida e hipnótica.
    Lourdes L.
    Lourdes L.

    127.273 usuarios 920 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 18 de mayo de 2015
    Un accidente, llamativo y estrepitoso, pero no tan suculento y espectacular como la ilusión aguardaba.
    Mapa de las estrellas..., y uno debería mirar hacia el cielo, en una hermosa noche estrellada, en busca de la verdadera leyenda, belleza y sabiduría de esa línea imaginaria que une esos seductores puntos celestes que nos coronan, con arte y magnificencia, cada noche y, cuya estela, da para la perfecta realidad científica, de coreografía bella, o para la inmensa creatividad, de inventiva infinita, que se desprende a partir de ellas.
    Pero, claro, si tomamos como referencia la fulminante sentencia "¿sabes qué es el infierno?, un mundo sin narcóticos", está claro que, David Cronenberg, se refiere a un análisis emocional y dramático, moribundo e hiriente del mundo de Hollywood y la paranoia descontrolada que acompaña a los actores que se mueven por dicha extensión, un agónico círculo que se cierra por la conexión espeluznante, friki y rebuscada de sus miembros cuya correlación es el sufrimiento, la adicción y obsesión por el fuego de un infierno que les acompaña a lo largo de su travesía, extravagancia y exageración para exhibir la devastación de quien está perdido anímicamente, y desolado afectivamente, pero debe interpretar su mejor papel en público para mantenerse al pie de un cañón, que va tan cargo de pólvora, que parece imposible llegue intacto a destino buscado, machaque y podredumbre de quien ve fantasmas del pasado acosando su maltrecha cabeza y masacrado corazón, un análisis intimista -no tan peliagudo-, muestrario de ese mundo estelar tan apetecible desde fuera, en su maquillado escaparate, pero tan quemado por el subsuelo de un almacén que huele mal desde lejos.
    Muchas veces ha sido retratado el irónico, falso, ridículo y lamentable cosmos de las estrellas del celuloide, atractiva idea de desmeduzar la profesión que se representa, despedazar los roles y mitos que les acompañan y mostrar, al público, los trapos sucios de una adorada isla lujosa rodeada de tanta miseria que llega a inundar y ahogar, sin posibilidad de cierre, la válvula de su agresivo grifo; el guión de Bruce Wagner no es el mejor y más meritorio retrato realizado hasta el momento, se limita al punto fijo de quien vive de la locura y esquizofrenia de sus miedos y fracasos personales, que les acosan como fantasmas peregrinos que vuelven, incesantemente, a perturbar la costosa -y nunca alcanzada- serenidad, personajes unidos por un accidente compartido que les lleva a padecer los mismos males, resentimientos, fobias y desquicios, demencia mental a tutiplén repartida por toma de pastillas masivas, e indigestas ensoñaciones, que van a más nutriendo el floreciente mal que les corroe y devora lentamente en una maniosa ofuscación, centrada en la figura de la niña indefensa, de la que no sale, ni avanza ni ahonda.
    La siempre magnífica Julianne Moore como actriz desesperada y en las últimas de pasar al vagón del olvido y retiro, acompañada por un cumplidor John Cusak, escritor-terapeuta que no puede sanar a su propia familia, más la víctima esposa, Olivia Williams, de neurótica apesadumbrada cuyos hijos parecen querer repetir su historia, un filme que debe mucho a sus intérpretes cuya fuerza, poder y atractivo mantiene al espectador atento a sus andaduras y porvenir pues, respecto a la desgracia e inmundicia, no es la muestra más sagaz y perspicaz observada, un "Cómo conquistar Hollywood" que se centra en el estrés, angustia y desorden de sus miembros, en su ambición, inestabilidad racional y carencia emocional que viven todos ellos, lectura que explota su lástima y confusión sin densidad ni floreciente crédito en lo observado, argumento que busca frenéticamente el dolor, la ansiedad y amargura de sus caracteres con el único objetivo de hacerlos rodar, rodar y rodar hasta el abismo de unas tinieblas no tan opulentas ni jugosas como se anhela, decoración de ocaso que gira en exceso al sensacionalismo y la desproporción forzada, lo que empieza con suculencia y curiosidad, pronto cojea disminuyendo su habilidad, captación y apego resultando, al final, una construida fábula sobre cómo acabarás si te portas mal...,un asedio y castigo para los codiciosos, impuros y perturbados por herencia familiar.
    Contenta, te vale pero no alcanza todas sus posibilidades, melodrama surrealista, radical y, en extremo, drástico que no alcanza para fascinación creíble o sugestión hipnótica, trama cuyo intento de ser aguda y punzante pierde enteros y se convierte en un baile de tragedia shakespeariana que se estrella contra su propio mapa, explicación que enlaza todo el ecosistema sin excesiva motivación, énfasis o pasión, un dramatismo pintoresco y excéntrico cuando, el núcleo de su base, no cuenta con tan nutritiva y rica dosis y se queda en numerito desmesurado, superlativo que decora, hace ruido pero cuyo contenido no alimenta como debería.
    Termina por parecer, un relato preventivo para niños, que narra el horrible mundo de los adultos, que hay que evitar pues, en caso contrario, ¡vendrá el coco y te comerá!, amén del monstruo de las galletas, el hombre del saco, el lobo, o ¡un familiar que supere a los cuatro! ..., así que ¡a portarse bien! con mensaje oculto: dedícate a otra profesión que no sea ésta, no ocurra que cumplas tu sueño y acabes viviendo ¡El juego de Hollywood!; Cronenberg/Altman..., ¿acabo de meter el dedo en la llaga?
    Gerardo M.
    Gerardo M.

    4.454 usuarios 134 críticas Sigue sus publicaciones

    3,5
    Publicada el 25 de octubre de 2014
    Arde Hollywood

    Hollywood merece ser purificado. Ya sea ardiendo en llamas o ahogándose en sus propios excesos, pero merece ser purificado. Eso es lo que parece dar a entender David Cronenberg con su nuevo trabajo, un aséptico retrato de los bajos fondos y las miserias que envuelven las vidas de ese enorme nido de ratas incestuoso que es la Meca del Cine, un territorio hostil que necesita urgentemente ser fumigado y en el que conviven divas venidas a menos, estrellas malogradas, juguetes rotos, sueños convertidos en pesadillas y pirómanos sentimentales y funcionales deseosos de flambear los fantasmas de su pasado.

    Tal y como hiciera en su trilogía de la violencia, el canadiense parece dar continuidad a una nueva antología de títulos que se iniciara con “Cosmópolis”, más allá de que aparezca Robert Pattinson, que parece haber encontrado en Cronenberg a su padre cinematográfico, a bordo de una limusina. Si aquélla se erigía como un relato cerebral y frío sobre la alienación individual en un mundo regido por un capitalismo en vías de extinción, la que nos ocupa pone el dedo en la llada y se divierte hurgando en ella para firmar una crónica negra sobre un universo interiormente dominado por la fama y el reconocimiento. Eso sí, sin la agonía autoconsciente que caracterizaba a su anterior película, sin ese nihilismo generalizado que puede llevar al hastío.

    Porque “Maps to the stars” es, aunque su esterilizado envoltorio pueda hacer pensar lo contrario, un divertimento personal de un cineasta que lleva años metido en la industria. Es, y esto es lo más sorprendente, una de las propuestas más siniestras y oscuras de su hacedor, un cuento infectado revestido de aparente normalidad que esconde bajo sus muchas capas de esterilización una insondable dosis de mala leche.

    Todo en ella desprende maldad. Sus personajes, interpretados con convicción por un reparto que va desde un recuperado John Cusack hasta una soberbia Julianne Moore que se convierte en lo mejor del conjunto, pasando por alguna decisión de casting discutible pero que no desentona –ay, Wasikowska-. Esa forma tan particular de concebir unos planos que no necesitan de exceso sangre, violencia ni sexo –que hay de todo esto también, ojo- para resultar enfermizos. Su malicioso guión, repleto de sublecturas hacia la industria del entretenimiento y los animales que le dan vida. Y su final, ése en el que la purificación fratricida es la clave de la desratización. Un inteligente ejercicio de gélida narrativa pero cicatrices inflamables en el que, eso sí, se sigue echando de menos al Cronenberg infectado, el mismo que antaño no confundía la carne cinematográfica con la verborrea existencialista.

    A favor: Julianne Moore, su visión de Hollywood y la mala leche que encierra
    En contra: se sigue echando de menos al creador de la Nueva Carne
    elcinepormontera.com
    elcinepormontera.com

    45 usuarios 28 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 29 de agosto de 2015
    En una entrevista con el divulgador científico Eduard Pulset, David Cronenberg reconoce ser un apasionado de la ciencia, concretamente de la entomología: le encantan los insectos. De joven quería ser escritor científico, como Isaac Asimov. Aunque la vida le llevó por otros derroteros, de vez en cuando suelta alguna frasecita reveladora de su pasión frustrada: -“todos somos científicos locos, y la vida es nuestro laboratorio”-.

    La idea de “Maps to the stars” viene de lejos, tenemos que remontarnos a últimos años del siglo pasado, cuando Bruce Wagner (guionista de la película) trabajaba conduciendo limusinas en Los Ángeles, mientras soñaba con convertirse en actor y guionista: antes había conducido ambulancias por Beverly Hills. Discípulo de Carlos Castaneda, Wagner formó parte del círculo más íntimo del místico antropólogo de Cajamarca (Perú); incluso llegó a cambiar su nombre por el de Lorenzo Drake. Fue finalmente su faceta de escritor la que le llevó a conocer a David Cronenberg: compartían el mismo agente. Wagner le pasó el guión, y ahí dio comienzo una aventura que duró más de diez años: un místico de la Tensegridad y un científico ateo, levantando las tapas de las alcantarillas más nauseabundas de Hollywood.

    Con su inmaculada bata blanca, sus guantes de látex y su mascarilla antiséptica, Cronenberg introduce sus pinzas en la urna de cristal donde cohabitan sus insectos, y los manipula para estudiar sus reacciones. La transmutación genética a la que ha sometido a los bichos, promete comportamientos variables y asombrosos. Es posible que se produzcan reacciones violentas entre ellos, o mejor dicho, es deseable por el entomólogo, porque al fin y al cabo, ese es el objetivo del estudio.

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    cine
    Un visitante
    0,5
    Publicada el 8 de marzo de 2015
    una ida de olla total. una perdida de tiempo y dinero. no me sali a los 20 minutos porque no me dejó mi mujer. una mierda como he visto pocas un guion confuso una historia absurda unos personajes no creibles en fin un cero patatero
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