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    Diablo
    Críticas
    2,5
    Regular
    Diablo

    El potro se desboca

    por Gerard Casau

    "Dejé que su cara conociera mi puño". Esta cita de Jim Thompson -extraída, concretamente, de la novela 'Libertad condicional'- sirve de apertura a 'Diablo', y define a la perfección el estilo marrullero y bronco que persigue la película. Sin embargo, la espesa y amoral sangre que corre por la literatura del escritor norteamericano no tarda en revelarse como un referente a años luz de las modestas aptitudes del filme dirigido por Nicanor Loreti, que parece conformarse con ser una réplica más o menos convincente de ciertos rasgos del cine de Quentin Tarantino, Robert Rodriguez y Guy Ritchie.

    'Diablo' tiene como protagonista a Marcos (Juan Palomino), un boxeador retirado y atormentado por el recuerdo de su última pelea, en la que mató a su oponente. El mismo día en que el reencuentro con su antigua novia promete marcar el inicio de su salida del túnel, Marcos recibe la visita de su primo Huguito (Sergio Boris). Este, siempre metido en asuntos turbios, será el imán de un embrollo que terminará involucrando a Marcos en una espiral de violencia sin freno. De esta forma, el filme se plantea como una buddy movie cuya comicidad vira irremediablemente al negro, encontrando sus mayores bazas en el humor verbal más malhablado y en la visualización hiperbólica del derramamiento de sangre, acumulando personajes pintorescos (varios de los cuales acaban como fiambres) en el apartamento de Marcos, escenario principal (y casi único). Esta decisión suspende alegremente cualquier principio de verosimilitud, y exagera la antítesis entre la condición de pieza de cámara low cost que ostenta la película y el desparrame propio de un género, el cine de acción, al que mira con anhelo.

    Esta alternancia de registros queda bien canalizada gracias a la coloquial química entre los actores y a una desprejuiciada pátina macarra (nos hallamos ante un título que cree firmemente que un grueso riff de guitarra es la mejor banda sonora posible para mostrar cómo se machaca a golpes un cráneo), pero el sentido del exceso del filme funciona intermitentemente, nunca como un todo. Así, la excusa que debería marcar el ritmo a contrarreloj del filme -solucionar el desaguisado antes de la llegada de la compañera de Marcos- queda olvidada tras el primer crujir de huesos.

    Con todo, 'Diablo' da cierta visibilidad a una corriente del cine argentino eclipsada por otra tipología de filmes más fácilmente exportables (léanse comedias romántico-verborréicas), siendo su director un crítico especializado en cine de género y miembro activo (también como actor, productor y guionista) de una extensa troupe que cultiva de forma febril la declinación porteña del fantástico y, en general, de todo aquello que huela a cine bis.

    Lo mejor: Se aleja de los estereotipos del cine argentino que suelen llegar a nuestra cartelera

    Lo peor: Sus ideas están muy descompensadas

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