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    Noche en el museo: El secreto del Faraón
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Noche en el museo: El secreto del Faraón

    Sentido de la maravilla

    por Xavi Sánchez Pons

    A diferencia de otras sagas de éxito recientes, sean del género que sean, es de justicia reconocer que la de Noche en el museo ha ido de menos más en una suerte de reivindicación del cine de aventuras familiar de calidad con un regusto ochentero que va más allá de un simple ejercicio de nostalgia y aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. En este último factor tiene mucho que ver Chris Columbus, figura clave del cine de entretenimiento con alma que ha brillado en las últimas cuatro décadas en diferentes apartados (director, productor, guionista) dando su toque personal a filmes como Los Goonies, Gremlins, El secreto de pirámide, Solo en casa y en diferentes entregas de Harry Potter.

    Columbus se ha encargado de la producción de las tres entregas de Noche en el museo, y se ha ayudado de Shawn Levy a la dirección, un artesano de la comedia yanqui, para dar forma a una saga que apuesta por la diversión sin cortapisas, el sentido de la maravilla, la ausencia de moralinas cuestionables, y los homenajes pop a la cultura de masas reciente.

    Noche en el museo: El secreto del faraón muestra dos novedades respecto a sus predecesoras: presenta, por primera vez, un prólogo a modo de flashback, situado en el Egipto de 1938 y concentra el núcleo de su acción en Londres, concretamente el Museo de Historia Natural de la ciudad. Y eso casi la convierte en una película con vida propia. El filme de Levy constituye una trepidante cinta de aventuras, rodada con oficio, sin excesos de CGI (los efectos visuales forman parte de la narración de forma natural), que presenta una buena planificación (el diseño de las persecuciones y los clímax de acción son de una claridad expositiva de agradecer en tiempos de cámaras mareantes), y guiños al universo de Ray Harryhausen (ese dragón oriental animado), o a La Princesa Prometida (Dan Stevens brilla con especial fuerza como el caballero Lancelot, un genial trasunto del Westleymodelado porCaryElwes), entre otras citas cinéfilas. Es más, los espectadores más despiertos cazarán el guiño a Godzilla que se produce en uno de los momentos más hilarantes de la película.

    Además de su valía como notable cinta de aventuras, Noche en el museo: El secreto del faraón sirve de testamento cinematográfico para los llorados Robin Williams y Mickey Rooney, que fallecieron poco tiempo después de finalizar el rodaje. A ellos está dedicada la película, en los títulos de crédito finales,con el sentido leitmotiv de la misma: “la magia nunca acaba”.

    A favor: casi todo

    En contra: el final es algo descafeinado

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