Últimas opiniones sobre Dioses y Monstruos

"Dioses Y Monstruos" es un interesante y excepcional drama sobre los últimos días del director de “Frankenstein” (1930), James Whale, dirigido por Bill Condon y protagonizado por Ian McKellen y Brendan Fraser. James Whale, otrora exitoso realizador de películas de terror, pasa su retiro entre conversaciones anecdóticas y entrevistas con estudiantes de periodismo, mientras lo atormentan los nostálgicos recuerdos de aquellos años en la industria del cine. James Whale (1889-1957) fue un exitoso director de cine británico, que inició su carrera en el teatro, mudándose a Estados Unidos a fines de los 20s, para filmar varias de las más emblemáticas películas de terror de los 30s, de la mano de la Universal y siendo fundamental en el ciclo de monstruos clásicos de esa productora. Sin embargo, Whale no sólo sería recordado por construir personajes atormentados y monstruosos, sino también por introducir varias de las más innovadoras técnicas de filmación, como el travelling introducido por el legendario realizador alemán F.W. Murnau. Se retiraría tempranamente en la década de los 40s luego de una paulatina decadencia creativa. Tras la irregular secuela “Candyman 2: Farewell to the flesh” (1995) y una carrera bastante discreta y poco interesante, Bill Condon se abocaría en elaborar el guión que le permitiría entrar a “las grandes ligas” de Hollywood, al presentar una interesante y efectiva adaptación de la novela “Father of Frankenstein” (1995) de Christopher Bram, sobre los últimos días de uno de los grandes realizadores del cine de terror de los 30s, creador de los clásicos “Frankenstein” (1930), “The Invisible Man” (1933) y “Bride of Frankenstein” (1935), entre otros. Hay que comentar que no hay constancia de que efectivamente Whale haya establecido una especial relación con algún jardinero, a pesar de que su ama de llaves Hanna bien pudo contratar a un jardinero.

El film constituye una nostálgica, conmovedora y reflexiva recreación de la decadencia física e intelectual de un artista ya retirado, cuando los fantasmas del pasado atormentan el presente, y la soledad y la muerte se abalanzan prestos para acabar con lo que queda de recuerdos y anhelos. Flanqueado por esos fantasmas crueles y vengativos, que ni siquiera en su vejez se dignan a dejarle libre: el horror de la guerra y el traumático paso por la prisión, la tensa relación con Hollywood por su homosexualidad, el encasillamiento de sus obras fílmicas y la obsolescencia del género de terror en los 50s por la irrupción del cine de ciencia ficción y otros, se alzan como lastres con los cuales ha tenido que batallar toda la vida y más aún cuando el tiempo se acaba. Por lo mismo, no es de extrañar que el propio Whale se convenciera que los demás lo consideraran un monstruo incomprendido. En sus películas, protagonizadas por personajes atormentados, discriminados y rechazados, Whale da cuenta de esa propia perspectiva de superviviente en la figura de Victor Frankenstein y más aún su monstruoso ser “Frankenstein” (1930), los dementes miembros de la familia Femm “The Old Dark House” (1932) y Jack Griffin y su obsesión con la invisibilidad “The Invisible Man” (1933). De esta forma, en su mayoría con flashbacks y recuerdos oníricos, Condon va recuperando los mejores momentos de Whale en su etapa fílmica (podemos ver recreaciones de Whale filmando sus grandes clásicos del horror, en especial, el que se considera su mayor logro “Bride of Frankenstein”, 1935) y la dualidad del presente, con la demencia haciendo estragos y la digna lucha por vivir de los recuerdos, como aquella entrañable escena en que se reúne con Boris Karloff y Elsa Lanchester, en una fiesta privada a la que Whale, por cierto, lleva a Boone.

De la misma forma, destacar la especial relación que el ex director y el jardinero construyen, y que pasa por diferentes etapas emocionales, como el descubrimiento, la admiración, el respeto, la fascinación, el rechazo y el desprecio. La historia va mucho más allá de narrar esos días. Es una profunda reflexión sobre la soledad y la amistad, sobre la vida y la muerte, la depresión, la guerra, los recuerdos... Todo comienza con la toma de contacto del anciano con su nuevo jardinero, al que pide poder dibujarlo. Al anciano lo asaltan los recuerdos, no puede evitarlo, y son los recuerdos de la guerra los que vienen a su cabeza. Nota como pierde facultades, como los momentos más tristes de su vida protagonizan sus pensamientos, como el talento que tenía se va, y como todo empeora cada día. El jardinero, por su parte, es un ex-marine sin muchas aspiraciones, pero fascinado por poder aprender de alguien que es un artista de verdad, que ha llegado a algo en la vida. En las sesiones de pintura se irá labrando una amistad fruto de la necesidad. Se evocan historias pasadas, se intercalan imágenes del propio Frankenstein (haciendo un paralelismo del monstruo con el creador, con esa terrible soledad), se recurre a escenas que representan necesidades, pensamientos o deseos, y todo fluye hacia un un intenso clímax final, que te dejará pensando hasta mucho después de que los títulos de crédito hayan terminado. No obstante, al final, descubrimos que los monstruos que poblaban su imaginación... Eran ellos. Y solo buscaban volver a ese recuerdo feliz, en un mundo sin dolor donde podían borrar la crueldad que siempre les acompañaba, como sucedía en el cine con el relato de un moderno Prometeo. Todos se reían con el monstruo de Frankenstein, nunca fijándose en él, siempre viéndole como alguien ajeno a los demás. Cuando la verdad es que nunca comprendimos que, en su infinita soledad, solo buscaba alguien a quien llamar amigo.

Las actuaciones son impecables, no cabe la menor duda que Ian McKellen tiene un desempeño brillante, encarnando a un anciano que, en la última etapa de su vida, entre el deterioro y el paso implacable del tiempo, se da maña para intentar liberarse de esos fantasmas que lo acompañaron siempre, a pesar de que Whale fue uno de los pocos artistas de Hollywood que vivió abiertamente su homosexualidad, junto a su pareja el productor David Lewis, con quien compartió 22 años. Probablemente, una de las razones por las que McKellen sorprende gratamente es por el respeto que muestra de su personaje, a quien encarna sin extravagancias ni exageraciones. Lamentablemente, perdería el Oscar al mejor actor ante Roberto Begnini en "La Vita È Bella" (1997). Whale, que estaba distanciado de Lewis en la recreación de Condon, encontrará en Boone una nueva excusa para volver a sentirse vivo y desatar sus viejas y dormidas pasiones. Brendan Fraser, por su parte, aporta decididamente y logra una gran sinergia para el personaje de McKellen, como un tipo joven, confundido y desvergonzado, que de repente se encuentra con que su vida no está cerca siquiera de estar resuelta. Ciertamente, el mejor registro de su personaje lo encontraremos en el clímax, cuando un entregado Whale lleve a Boone al límite sobre sus creencias y sentimientos. En el reparto, también encontramos a Lynn Redgrave, quien fue nominada al Oscar a la mejor actriz de reparto por su papel de Hanna, la fiel ama de llaves de Whales, la única mujer que comprende las manías y forma de vida del ex director de la Universal, y que tiene una especial relación maternal con él. Si bien, no lograría alzarse con la estatuilla de la Academia, sí se quedaría con el Globo de Oro y el Indepedent Spirit en la categoría. Davis Dukes, por su parte, encarna a David Lewis, pareja de Whale.

En definitiva, excepcional drama sobre los últimos días de James Whale (director de Frankenstein), una película interesante, alejada del formato estándar y predecible de los biopics de Hollywood, en donde Condon logra construir una radiografía intimista, con virtudes y defectos, de un personaje atormentado pero profundamente humano, que bien vale la pena visionar, para comprender y constrastar las inquietudes de uno de los directores de terror más prestigiosos de inicios del cine. Fue nominada a 3 premios Oscar, al mejor guión adaptado, al mejor actor y a la mejor actriz de reparto, quedándose con el primero (Condon). Como ya señalé, fue nominado a 4 Globos de Oro, quedándose con el de mejor actriz de reparto (Redgrave) y una nominación también para mejor actriz en los BAFTA. Además, recibió el premio al mejor actor en el Festival de San Sebastián (McKellen), dos premios en los National Board of Review por mejor película y mejor actor (McKellen), la Asociación de críticos de Toronto y Chicago también la premiaron por mejor actor (McKellen), entre otros premios.

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¡Fenomenal! Ian McKellen está espléndido, nunca le había visto interpretar tan cómodamente y de una manera tan sobresaliente. Tengo que reconocer que el papel Gandalf lo borda, pero en el de James Whale se supera. Ahora tengo dos preguntas respecto a los Óscar de 1998: ¿es mejor la interpretación de Roberto Benigni que la de Ian McKellen? y ¿es mejor la interpretación de Judi Dench que la de Lynn Redgrave? Sinceramente, y después de pensarlo, NO. Tanto McKellen como Redgrave deberían haber ganado las estatuillas a las que estaban nominados. Brendan Fraser no está mal, pero su intepretación está por debajo de la de sus compañeros principales de reparto. Hay que reconocer, también, que el papel de Fraser era un papel con pocas posibilidades interpretativas ya que no era un personaje complejo. La película me ha encantado, principalmente por las conversaciones entre los personajes. ¡Alucinante! BUENAS INTERPRETACIONES BUEN GUIÓN= BUENA PELÍCULA