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    De tal padre, tal hijo
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    De tal padre, tal hijo

    Un dilema sin respuesta

    por Quim Casas

    Hirikazu Kore-eda vuelve a uno de sus temas predilectos, el de la infancia (generalmente fracturada, ninguneada, violentada) y el vínculo familiar, pero lo hace poniendo el foco en cómo sufren los niños una situación concreta y de qué manera se la plantean los padres, un mundo adulto que entra también en quiebra emocional. Porque el conflicto esencial en 'De tal padre, tal hijo' es el de la paternidad. Kore-eda lo plantea a partir de una situación límite, no muy normal pero tampoco inhabitual. Una pareja descubre que su hijo de seis años de edad fue intercambiado por otro debido a un error en el hospital donde se realizó el parto. Los dos matrimonios inician una relación forzada por las circunstancias y las leyes. Deben aprender a relacionarse, y a querer, a sus respectivos y verdaderos hijos. Al mismo tiempo, maldito dilema, deben asumir que tendrán que abandonar, aunque no sea radicalmente, a aquellos niños que han crecido con ellos y a los que han considerado sus hijos durante seis y formativos largos años.

    Kore-eda admite que en su película plantea muchos interrogantes y que al acabar el metraje sigue sin tener respuestas. Las relaciones entre padres e hijos pueden ser esquivas, ambiguas, sinceras, muy afectivas o distantes. Pero ¿de qué manera se concreta la paternidad? ¿Es por lazos de sangre o por la relación fraguada día a día, noche tras noche, desde el nacimiento? ¿De qué modo se es más padre, estando al lado de tu hijo o teniendo el mismo ADN aunque no lo hayas visto en la vida? La sangre llama a la sangre, evidentemente, y cualquier relación se fragua en el contacto y el roce cotidiano, es otra evidencia, pero la duda revolotea sobre cada una de las imágenes de esta serena y contenida película, una muesca más en la obra trazada por Kore-eda en torno a los requiebros de la infancia y las relaciones generacionales, en sintonía con la más áspera 'Nadie sabe' o la más distendida 'Kiseki (Milagro)'.

    A favor: la mirada serena sobre un tema complejo, la excelente dirección de los actores infantiles, algo habitual en Kore-eda.

    En contra: la dilatación innecesaria de alguna escena, pero tampoco es nada grave.

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