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    Amy (La chica detrás del nombre)
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Amy (La chica detrás del nombre)

    El ocaso de una estrella

    por Suso Aira

    En El fantasma del Paraíso, esa obra maestra de Brian De Palma sobre la música, las canciones y el alma que cada artista entrega (vende en muchos de los casos) por ellas, por su perfección, por su eternidad en el corazón del público, se confundían en un mismo lugar el Edén y el Infierno. Los cantantes lo daban todo en ese escenario, y lo de darlo todo era literal: su vida, su cuerpo… y su alma, claro. Todo por perpetuar para siempre un legado lírico, sentimental, vital, en ocasiones desgarrador y en otras ligero… Un legado que, a pesar de los altares y las capillas post mortem, no pertenece a esos intérpretes, sino a esa maquinaria de la industria musical y del entretenimiento, cuando no a alguien mucho más terrible: el propio público, los fans. La sensación de estar viendo reencarnada en la fragilidad rebelde de la finada Amy Winehouse a la Jessica Harper del film de De Palma es constante, como constante es percatarse de que esos directivos de discográficas, promotores, managers y demás que aportan su testimonio o poseen cada plano en ese metraje de archivo que nos ofrece este apasionante documental, no andan muy lejos de la mefistofélica y diabólica influencia del Swan inmortalizado por Paul Williams en El fantasma del Paraíso.

    Amy es un film de fantasmas (la propia Amy Winehouse), y también de paraísos, reales (su música, sus instantes felices y de improvisación lejos de los escenarios o las salas de grabación) y artificiales. Y es un documental sobre una artista de desbordante talento que devino juguete roto en muy poco tiempo. A Asif Kapadia, el firmante de este exhaustivo y poliédrico retrato, se le queda corta la estructura que ya aplicara en la celebrada Senna, otra aproximación a la fama y a sus mártires. Sigue recurriendo a un meticuloso e inteligente montaje que hace dialogar a imágenes de archivo con entrevistas hechas en la actualidad, pero aquí, ya que tiene a una artista, a una compositora, letrista y cantante, hace que Amy Winehouse dialogue consigo misma. La cantante se mira en la chica corriente, ambas se miran en el personaje que la prensa (sensacionalista) creó para destruir… Es en este juego casi sobrenatural donde Amy vuelve a parecerse a El fantasma del Paraíso… ¿o han olvidado esa terrorífica y poética escena de la película de Brian De Palma en la cual el fáustico Swan conversa con su propio Dorian Gray?

    A favor: los momentos de la Amy Winehouse íntima.

    En contra: su crítica unidireccional a la prensa amarillista.

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