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    Ahora me ves 2
    Críticas
    3,5
    Buena
    Ahora me ves 2

    El regreso de los justicieros mágicos

    por Marcos Gandía

    Harry Houdini, por si alguien lo desconocía, hizo cine, mucho cine. No eran meras filmaciones de sus arriesgados y eminentemente cinematográficos en su espectacularidad y puesta en escena números de escapismo, sino ficciones que jugaban con el thriller, el suspense y la figura de un héroe que desenmascaraba a los villanos, los burlaba, se fugaba de sus intentonas de asesinato y hacía justicia. Poco nos importa si esos trucos, esos actos de desafío a la muerte fueran tal y cual los contemplaba un espectador de a pie de la época o se apoyaran en esa otra magia tecnológica que es el cine. Houdini hacía cine con su arte igual que estos magos de la ficción erigidos en justicieros de los tiempos modernos (la crisis financiera fue el objetivo de su exitosa y primera aventura) hacen de su magia una película, una representación más allá de la meramente escénica para adornarla con recursos de la más familiar y chanante peripecia de los ladrones de élite o los espías invencibles del imaginario en celuloide.

    Si Ahora me ves no dejaba de ser una apetitosa mezcla entre cualquier episodio de las (mejores) primeras temporadas de la televisiva Misión: Imposible (incluso su truco era el mismo de uno de los utilizados por el guionista William Read Woodfield) y el género de los robos perfectos, Ahora me ves 2, entonada secuela, se convierte en una declaración de principios sobre eso tan romántico de que la artesanía siempre podrá vencer a la alta tecnología. Si su argumento, en la superficie, puede recordarnos al de la noventera Sneakers, Los fisgones (el objetivo es hacerse también con un artilugio de ultimísima generación) o al del chulo remake de The italian job (los paralelismos entre el Edward Norton de aquella y el Daniel Radcliffe de esta son evidentes), la verdad es que el film lo da todo en otro aspecto: en la defensa de la inocencia de la mirada del que engaña y es engañado.

    El escenario oriental, Macao, las referencias al sentido mágico de esa cultura (y del cine que Hollywood o Europa cimentó en él: la presencia luminosa y misteriosa de Tsai Chin, otrora hija de Fu Manchú Christopher Lee) y toda la trama (desde el flash back inicial) sobre el padre del personaje de Mark Ruffalo (cuya desaparición será el macguffin y la clave de lo que veremos –o no- más tarde). Juego de espejos, en el caso de Woody Harrelson dobles, en los cuales se sabe integrar muy bien el regreso de caracteres del anterior film como el de Michael Caine o Morgan Freeman, y en el que ninguna invención tecnológica o digital podrá con el nonsense maravilloso de un juego de manos o un número de escapismo en vivo y en directo. Tras ajustarles las cuentas a los Lehman Brothers de turno y ahora a los Jobs y Zuckerberg… ¿qué vengarán estos cuatro jinetes del apocalipsis prestidigitador?

    A favor: un grupo de magos dándole un palo con magia a Harry Potter.

    En contra: el poco partido que le sacan a lo del gemelo del personaje de Woody Harrelson.

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