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    El efecto K. El montador de Stalin
    Críticas
    2,5
    Regular
    El efecto K. El montador de Stalin

    El amigo secreto de Eisenstein

    por Eulàlia Iglesias

    El personaje que inspira este film de Valentí Figueres es un supuesto montador soviético, de nombre Maxime Stransky, que habría sido amigo de juventud y compañero de aventuras de Sergei M. Eisenstein. Con él compartió la idea de entender el cine como acto revolucionario hasta que acabó trabajando como espía internacional a las órdenes de Stalin e infiltrándose en Hollywood bajo el pseudónimo de Max Oppuls (sic)... Stransky, que toma su nombre prestado en parte de un actor que aparece en 'La huelga', se convierte así en testimonio de primera mano de algunos de los momentos más convulsos de la historia de la primera mitad del siglo XX. Desde su mirada e historia privada atravesamos la Revolución Soviética, el Crac del 29, la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial..., todo ello también a través de las diversas mutaciones que vive el cinematógrafo.

    Stransky se siente más partidario de las teorías del cine-ojo de Dziga Vertov que del montaje de atracciones de su colega Eisenstein, y recorre el mundo con una cámara capaz de registrarlo todo. Los responsables de 'El efecto K. El montador de Stalin' se decantan, en cambio, por las prácticas de Kulechov, por la idea de un cine cuyas imágenes cobran significación a través del montaje. De esta manera, el film se construye a partir de material de archivo de fuentes varias (fotogramas de películas de los directores mencionados, documentales de propaganda, cine doméstico...) a las que se suman las dramatizaciones de la vida de Stransky que, como en cualquier falso documental, pretenden pasar por material de la época y se conciben según las diferentes corrientes imperantes, de las vanguardias al cine amateur. 'El efecto K. El montador de Stalin' no desprende el rigor a la hora de replicar estilos y periodos de otros fakes que también tomaban la historia del cine como excusa como 'Forgotten Silver' (1995) de Peter Jackson y Costa Boates. Tampoco trabaja demasiado la reflexión en torno a la veracidad/objetividad de la imagen documento o al efecto manipulador del montaje como sí han llevado a cabo fakes que utilizaban la Unión Soviética como telón de fondo, por ejemplo 'Ivan Istochnikov' de Lluís Escartin, el film a partir del trabajo del fotógrafo Joan Fontcuberta en torno a un supuesto cosmonauta fantasma. A pesar de presentarse como una obra ambiciosa y heterodoxa, 'El efecto K. El montador de Stalin' sufre una contradicción interna. Mientras que el trabajo con las imágenes transmite esta voluntad de apartarse de los caminos habituales de la ficción clásica, el (ab)uso de la voz en off del protagonista como conductora principal del relato somete la película al dictado de una narración demasiado convencional.

    A favor: la compilación de material de archivo de la época.

     

    En contra: una legítima ambición que se acaba tornando en su contra.

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