Este es el primer largometraje dirigido por Lucie Borleteau, que ya había dirigido cortos como Nievaliachka - La poupée qui ne tombe pas o Les Voeux, y trabajado con cineastas como Claire Denis y Arnaud Desplechin.
La idea de la cinta surgió después de que uno de sus amigos entrara en la Marina Mercante. En principio el director tenía en mente un documental sobre el tema, pero después de escuchar los problemas de los marineros en una reunión se inclinó por la ficción.
Lucie Borleteau y la guionista Clara Bourreau trabajaron dos años en la escritura de la cinta, dentro de los cuales dedicaron dos semanas a navegar por el Atlántico. Además, expertos marinos estuvieron presentes como consultores en el set de la película.
No se quiso rodar en estudio para preservar la autenticidad de la cinta, por lo que Lucie y su equipo invirtieron el presupuesto en rodar en un carguero real de la Marina Mercante. El tamaño del set, la iluminación y el viento fueron las grandes complicaciones a las que se enfrentaron en el rodaje.
Fidelio, el barco en el que se rueda, es un personaje en sí mismo, según la dirección. Cuando los marineros se refieren a la nave, la tratan como si fuese una persona más.