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    10.000 Km
    Críticas
    3,5
    Buena
    10.000 Km

    Tú y yo

    por Quim Casas

    Construida inicialmente a partir del plano-secuencia sobre cuerpos entrelazados y, después, en torno al plano/contraplano de rostros a través de skype, 10.000 km. es una película en torno a la distancia afectiva y la imposibilidad de mantener una relación más o menos estable cuando esa distancia –la que separa Barcelona de Los Ángeles en este caso, diez mil devastadores kilómetros– se vuelve algo más que infranqueable.

    El debut de Carlos Marques-Marcet habla pues de la materialidad y la inseguridad que la pérdida del contacto físico supone, aunque ya antes de que medie esa distancia, antes de que los dos únicos personajes del relato, la joven pareja formada por Natalia Tena y David Verdaguer, se vean inmersos en una comunicación a través de las redes sociales y el plano fijo del formato skype, las grietas que anuncian la separación quedan en evidencia.

    10.000 km. es un filme sobre dos personajes, dos pantallas de ordenador, internet como forma (¿forzada o voluntaria?) de comunicación, el revuelo de la estética y la ética hipster, el cine como vehículo de una cultura o subcultura cada vez más predominante de la que también debe terminar convirtiéndose en reflejo, ya que el cine siempre ha sido, desde la era de los primeros westerns de Hollywood, un documento de su tiempo.

    Pero filmando muy bien la tecnología moderna de la comunicación, la urgencia de las redes sociales, alcanza por oposición sus mejores momentos cuando la fisicidad, aunque sea dolorosa, suple a la carencia del contacto: los dos protagonistas se reencuentran momentáneamente tras meses comunicándose por ordenador, y entonces el roce de una mano sobre otra, el gesto de un cuerpo al acercarse al deseo del otro, aparecen como epifanías recobradas aunque no duraderas.

    En el fondo, la película concentra la angustia de la separación, la tristeza por lo que se desea y no se tiene, el vacío que no se puede llenar, la contradicción entre lo individual (que no egoísta) y lo compartido, el intento de una nueva relación que es una suplencia. Temas eternos a partir de las imágenes que nos colonizan.

    A favor: La forma de hacer viable una apuesta radicalizada.

    En contra: El agotamiento, no decisivo, de su premisa.

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