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    Coherence
    Críticas
    3,5
    Buena
    Coherence

    Como gatos de Schrödinger

    por Israel Paredes

    Coherence, el debut como director de James Ward Byrkit no ha podido ser más impactante. En pleno auge y aplauso del cine llamado low cost, el cineasta se ha inventado una película imaginativa y sorprendente que tiene más valor una vez que se ha visto y se recuerda que a lo largo de su metraje, durante el cual nos introducimos en una narración a base de tubos comunicantes cuyo artificio intuimos pero del que no conseguimos salir.

    Como los propios personajes de Coherence, extraña, y estimulante e inventiva película en la que resuena de manera clara los ecos de El ángel exterminador de Luis Buñuel. Aunque en este caso los personajes sí pueden abandonar la casa pero cuando regresan… algo ha cambiado. Pero aparece esa idea del absurdo introducido en lo cotidiano y que poco a poco va adueñándose de la acción, de lo que en un primer momento parecía una simple reunión de amigos para cenar en el momento en que un cometa sobrevuela el cielo. Ward Byrkit planea el arranque de manera convencional, evidenciándolo claramente. Introduce elementos que aventuran que bajo esa cotidiana, ordinaria y tranquila reunión algo está germinando; por un lado, sucesos que pueden apuntar a los efectos del paso del cometa; por otro lado, las tensiones entre los amigos, de los que apenas sabemos pero que irán poco a poco aflorando y condicionando los sucesos posteriores. La destreza de Ward Byrkit reside en utilizar un estilo basado en secuencias de poca duración que se suceden tras cortes bruscos de montaje, creando una sensación incómoda en el espectador, como si siempre hubiera algo que se quedara a medias de ser narrado, cuando lo que el cineasta persigue es precisamente lo contrario, entregar la información justa y necesaria, jugando con detalles que después serán relevantes. La capacidad para mover la cámara por un espacio cerrado, trabajando los movimientos de los actores por la casa, creando un ambiente que, de lo cotidiano va deviniendo claustrofóbico, resulta ejemplar.

    Lo alambicado del argumento, al menos durante su visionado, al final acaba poseyendo un sentido bastante sencillo. Mantiene el interés en todo momento, moviéndonos por un relato que juega con los elementos de la ciencia ficción, el thriller psicológico e incluso el drama emocional, para dar forma a una narración en la que lo fantástico, lo extraordinario, se introduce en la realidad con una enorme sencillez. Con un estilo casi documental, como si estuviéramos ante una cinta doméstica, la cámara se presenta como un invitado más a la reunión situándose frente a los personajes, siguiéndolos, pero en caso alguno condicionando el desarrollo dramático. La puesta en escena es apenas perceptible en un primer momento, sin embargo, cuando se regresa a la película, encontramos un perfecto mecanismo creado por Ward Byrkit, un artefacto perfectamente calculado y elaborado cuya invisibilidad denota su inteligencia a la hora de construir su película. Por otro lado, también llama la atención la perfecta utilización del ritmo, elaborando una obra que va aumentando la tensión de manera paulatina, también de forma casi imperceptible, jugando con un aumento de la intriga y de los tiempos narrativos que, igualmente, sorprendente en su invisibilidad.

    Coherence nos sumerge en una historia sobre realidades paralelas, sobre posibles vidas alternativas surgidas a partir de leves decisiones que pueden cambiar el rumbo de una existencia. Cuando los personajes se percatan de lo que está sucediendo, uno de ellos decide cambiar su vida, porque, de repente, se ha presentado la posibilidad de ser alguien diferente sin dejar de ser uno mismo. Y ahí, Coherence acaba teniendo un sentido más allá del mero artificio que puede parecer su propuesta, variando de un género a otro con total naturalidad sin situarse en uno concreto para, al final, simplemente narrar unos sucesos que a pesar de su irrealidad acaban presentándose como verosímiles.

    Lo mejor: El trabajo Ward Byrkit, los actores y su apuesta por un trabajo sencillo que encubre una cierta profundidad de ideas.

    Lo peor: Que parezca una película low cost más.

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