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    A primera vista
    Críticas
    3,5
    Buena
    A primera vista

    Primer contacto, con tacto

    por Yago García

    No podemos evaluar exactamente desde cuándo, pero felizmente es un hecho: las historias de iniciación sentimental, adolescente y gay se han librado de caminar necesariamente bajo el signo del mal rollo. O pueden librarse, al menos, siempre que su lugar de procedencia se obstine en mantener la homofobia bajo control y que su ambientación se centre en un ámbito más o menos pijo, de esos en los que la ausencia de miseria permite centrarse en otra clase de necesidades. Debutando en largo, el brasileño Daniel Ribeiro da buena prueba de todo ello. Y lo confirma aún más incluyendo en la fórmula un factor poco frecuente: la discapacidad, concretamente la ceguera de su protagonista.

    De este modo, si algo puede agradecérsele a A primera vista es su ausencia de tragedia, en todos los aspectos. Leo (Ghilherme Lobo) no arrastra su falta de visión como un lastre existencial, aunque sus padres parezcan no haberse dado cuenta. Y, si el descubrimiento de su proclividad amatoria le pone en un brete, eso se debe exclusivamente a la inexperiencia y al bamboleo de hormonas propio de su juvenil edad. Esa renuncia a acomplejarse, y a acomplejarnos, refresca como un chapuzón en el estío rohmeriano durante el cual transcurre la historia, y le asegura al filme un lugar entre esa colección de títulos a la que pertenecen ya la inglesa Beautiful Thing y la alemana Tormenta de verano, entre otras. En cuanto a quien escribe, sólo puede lamentar el hecho de tener ya muchos años como para que su visionado le cambie la vida.

    A favor: Un romance teen alegre y bien resuelto.

    En contra: En el fondo, ofrece pocas novedades.

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