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    Les Combattants
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Les Combattants

    Cómo sobrevivir en el campo

    por Gerard Casau

    Como el Michael Shannon de Take Shelter, Madeleine está convencida de que se acerca un desastre tremebundo. Pero a diferencia del protagonista del filme de Jeff Nichols, esta joven no quiere construir un refugio para esconderse de la inminente catástrofe, sino que se empeña en entrenarse de la manera más ardua posible, de manera que esté preparada para sobrevivir en un mundo pos-apocalíptico. Así es como la conoce Arnaud, que es derrotado por la chica en una improvisada clase de defensa personal, y queda irremediablemente fascinado por el hosco magnetismo de Madeleine.

    Con esta premisa, se podría creer que Les Combattants está destinada a seguir la senda de confrontaciones físico-sexuales de la notable Mis escenas de lucha, pero la película de Thomas Cailley lima toda aspereza y se construye como una suerte de comedia romántica con un punto psicótico. Así, el bueno de Arnaud, huérfano reciente y desubicado familiar y socialmente, seguirá a Madeleine en el delirio survivalista, hasta el punto de enrolarse en una base de entrenamiento militar por el simple hecho de permanecer cerca de su amada.  

    Estrenada en la Quincena de Realizadores de Cannes y convertida en una de las sensaciones de la última temporada en Francia, Les Combattants nos llega algo sobredimensionada a base de elogios y galardones, cuando en realidad se trata de una propuesta que peca de tímida; ni particularmente hilarante ni lo suficientemente agresiva en su visión de la paranoia. Su terreno de juego está en una zona media que, a la manera de cierto indie estadounidense, busca complacer a la platea sin emplear ganchos ni trucos demasiado descarados. Su mejor arma está, sin ninguna duda, en la idoneidad de sus dos protagonistas, Adèle Haenel y Kévin Azaïs, recompensados con los premios César a la mejor actriz y al mejor actor revelación. El contraste entre los cuerpos de ambos intérpretes (carnosa y dura ella, escuálido y frágil él) se hace evidente desde el primer segundo en que comparten plano, y su progresivo acercamiento los iguala como figuras marginales y desorientadas, que se inscriben en el ejército sin responder a ningún posicionamiento ideológico (acaso este sea el apunte más mordaz que se permite Cailley), y que acaban encontrando un paraíso momentáneo en la naturaleza, allí donde nada ni nadie obstaculiza su comportamiento libre y salvaje.

    A favor: Adèle Haenel, confirmada como una de las jóvenes actrices francesas a seguir.

    En contra: No le hubiera venido mal algo más de punch en el frente cómico. 

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