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    Pan (Viaje a Nunca Jamás)
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Pan (Viaje a Nunca Jamás)

    La guerra de las hadaxias

    por Xavi Sánchez Pons

    La figura de Peter Pan, creada a principios del siglo pasado por J. M. Barrie, ha sido llevada en multitud de ocasiones a la gran pantalla. Desde la celebrada versión animada que Walt Disney estrenó en 1953, a otras más recientes como la fantástica Peter Pan: La gran aventura (2003) de P.J. Hogan, quizás la mejor adaptación cinematográfica con personas reales del niño volador creado por el escritor escocés. Un capítulo aparte merece Descubriendo Nunca Jamás, la conmovedora cinta de Marc Forster que explicaba la historia de la génesis de Peter Pan como figura literaria, con Johnny Depp en el rol de Barrie. Ahora, doce años después de la última gran versión en pantalla grande del célebre personaje –la antes citada de P.J. Hogan-, Joe Wright se atreve a recuperar el mito con una superproducción que funciona como una precuela de la historia que todos conocemos de Peter Pan. El filme de Wright explica el origen del rey de los Niños Perdidos –también el de Capitán Garfio, ojo- y lo hace con un blockbuster palomitero que ofrece en su primer tramo su mejor versión.

    Wright, un talento a la hora de dar frescura y nueva vida a las historias de época –ahí están las fantásticas Orgullo y prejuicio y Anna Karenina-, se pone aquí por primera vez el mono de director de taquillazos y no sale del todo bien parado. El problema principal de Pan (Viaje a nunca jamás), es que presenta en sus primeros cuarenta minutos lo mejor que tiene: su inicio a lo cuento cruel infantil de Charles Dickens; la increíble lucha del barco pirata volador con las avionetas de guerra inglesas, una de la secuencias más alucinantes del cine palomitero reciente; la utilización de canciones pop a la Moulin Rouge (“Smells Like Teen Spirit” de Nirvana y el “Blitzkrieg Bop” de los Ramones); y la presentación de los dominios de Barbanegra, el villano de la función interpretado por un gamberro Hugh Jackman, una mina situada en una montaña gigante que parece salida de Mad Max Fury Road -ese no es el único guiño a la cinta de George Miller, hay un homenaje directo al personaje de Immortan Joe en una escena en la que Jackman esnifa polvos de hada para mantener su juventud. Tras ese arranque arrollador, que finaliza con la huida de Peter Pan de la mina, la película entra en un punto muerto y en los lugares comunes propios de este tipo de productos gigantescos. Lo más descarado en ese sentido son los ecos trillados de Star Wars; situaciones calcadas a la saga creada por George Lucas (el tramo final presenta un rescate aéreo in extremis a la Halcón Milenario), y con Peter Pan ejerciendo de trasunto de Luke Skywalker, Rooney Mara de Leia y un apagado Garrett Hedlund de Han Solo.

    Está claro que Pan (Viaje a nunca jamás) pretende crear una franquicia-saga con diversas continuaciones, pero la operación se queda en un entretenido y vistoso blockbuster con un arranque arrollador que no acaba ofreciendo los suficientes personajes y situaciones memorables para crear un vínculo real con el público. Más allá de sus primeros cuarenta minutos, espléndidos y llenos de sentido de la maravilla, la película carece de personalidad, no aporta ideas propias, y sobre todo se echa de menos la pericia tras las cámaras de un Joe Wright que aquí acaba sepultado por el espectáculo digital.

    A favor: su primer tramo, trepidante y lleno de sentido de la maravilla

    En contra: la falta de carisma de Garrett Hedlund

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