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    La fiesta de las salchichas
    Críticas
    3,5
    Buena
    La fiesta de las salchichas

    La rebelión de los alimentos

    por Xavi Sánchez Pons

    Había dudas, pero lo han conseguido. El tándem formado por Evan Goldberg y Seth Rogen, toda su troupe habitual (Michael Cera, Bill Hader, Danny McBride, Jonah Hill, James Franco), y la ayuda en la dirección de Greg Tiernan y Conrad Vernon, han logrado que un proyecto que parece salido de una sesión de brainstorming en el que se ha fumado mucha marihuana, tenga una historia más o menos apañada y sea graciosa a rabiar. Sí, La fiesta de las salchichas es un éxito en toda regla para el tipo de película que es; una gamberrada para disfrutar en el beer and pizza night que muchos cines celebran cada semana. Podría haber sido un desastre ojo; una idea loca de esas que acaban teniendo poca gracia más allá de la broma privada. Pero Goldberg y Rogen, directores de orquesta de este filme demencial –en el buen sentido claro-, se apuntan un tanto más a su filmografía. 

    ¿La razón del éxito de esta olimpiada de la animación fumeta? ¿De esta especie de Toy Story enferma? Pues que La fiesta de las salchichas es casi tan divertida como Superfumados o Juerga hasta el fin. La inventiva, aquí cercana al delirio, la comicidad salvaje, y la incorrección política marca de la casa, siguen presentes en la primera incursión en el mundo de los dibujos animados de la pareja responsable de The Green Hornet. Los cincos primeros minutos de la película, una parodia de la secuencia inicial de La Bella y la Bestia (aquella en la que Bella se presentaba a todo el pueblo) que cuenta con música de Alan Menken (si, el encargado también de la BSO del filme de Disney), y en la que se hace una broma de Hitler y el Holocausto (guiño directo al Mel Brooks de Los productores), establece el tono desmadrado de la historia. Un argumento casi alucinógeno protagonizado por una serie de alimentos rebeldes de un supermercado que, liderados por una salchicha de frankfurt con la voz de Seth Rogen y un panecillo con la de Kristen Wiig, lograrán liberase del yugo de los humanos y de una falsa leyenda centenaria que los tiene engañados. Lo dicho, una propuesta absolutamente bizarra (dos highlights: una pizza sin piernas, y un chicle en silla de ruedas con una pila que resulta ser un trasunto de Stephen Hawking), que presenta un crescendo de humor gamberro y un desvarío que concluyen en uno de los clímax finales más pasados de vueltas de cine reciente (les doy una pista, piensen en Cherry Falls).

    A favor: su apuesta festiva por la incorrección política y su alucinógeno desenlace meta.

    En contra: los diálogos y gags se suceden a la velocidad del rayo, algo que puede llegar a agotar.

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