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    The D-Train
    Críticas
    3,5
    Buena
    The D-Train

    Todo sobre mi desmadre

    por Xavi Sánchez Pons

    Las reuniones de exalumnos es un terreno abonado para la comedia en el cine. Esos reencuentros son un polvorín de situaciones ridículas y risibles, salidas fuera de tono, meteduras de pata. No dejan de ser reuniones forzadas por un imperativo social casi atávico donde los momentos de vergüenza ajena campan a sus anchas y en el que pululan hombres y mujeres adultos que en muchos casos aún no han hecho las paces o han olvidado su adolescencia. The D Train juega con todos esos elementos de forma notable, y entrega una comedia de enredo con altas dosis de incorrección política que también se atreve a radiografiar con algo de vitriolo a la clase media estadounidense.

    La película dirigida y escrita por Andrew Mogel y Jarrad Paul tiene en el personaje de Jack Black su vórtice principal. Un padre de familia felizmente casado y con un buen trabajo que, a pesar de sentirse comprendido y querido por su mujer, hijos y jefe, es incapaz de sentirse satisfecho y valorar lo que tiene al estar aún atrapado en los traumas que padeció en la adolescencia. No fue ni es un chico popular pero sigue empeñado en serlo a cualquier precio. Para ello inicia un viaje de pirados en busca del personaje más recordado de su instituto, un tipo interpretado por James Marsden que se las da de actor importante en Los Angeles pero que en realidad es un fracasado. En ese viaje en pos de la credibilidad cool y del éxito social Black cometerá todo tipo de tropelías, además de crear un gran enredo que convertirá su, otrora, tranquila vida en un infierno.

    Si bien The D Train no es un dechado de originalidad, en sus fotogramas se rastrean efluvios de películas como La revancha de los novatos III, Todo sobre mi desmadre, y hasta de Bésame, tonto de Billy Wilder, sí que logra oxigenar el subgénero de las comedias sobre reuniones de exalumnos al proponer una nueva mirada en ciertos aspectos. Como por ejemplo su estudio del personaje de Jack Black, un padre modelo de clase media yanqui que acabará convertido en un ser mezquino en su búsqueda de lo cool, un tipo que no será capaz de reaccionar hasta que haya tocado fondo –su aventura homosexual con Marsden es un ardid de guion digno de la mejor comedia alocada actual, en la línea de los resacones de Todd Phillips-. También destaca su punto de vista bruto sobre algunas cuestiones. La más divertida es, sin duda, la subtrama protagonizada por el hijo adolescente de Black, un chico de catorce años preocupado por el hecho de que su novia le haya pedido participar en un trío sexual. El diálogo que mantiene el joven con Marsden sobre el tema es de una comicidad hilarante. Junto a esa apuesta por la comedia frontal cabe señalar que la película posee un trasfondo amargo bien dibujado que casi nunca se impone al tono desenfadado de la historia. Ese equilibrio entre amargura y risas solo flojea en el tramo final del filme, un tercer acto que Mogel y Paul no saben resolver del todo bien –digamos que la resolución no está a la altura del gran enredo creado- pero que tampoco acaba empeñando el buen resultado del conjunto.

    A favor: Su incorreción política y un James Marsden en clave cómica.

    En contra: Su tercer acto flojea.

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