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    Blood Father
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Blood Father

    Blood Father (Lazos de sangre)

    por Quim Casas

    El director de Blood Father, Jean-François Richet, es uno de esos cineastas difíciles de seguir y aún más de catalogar en un estilo, época, tendencia o género. Cuando uno lo daba por perdido tras un filme tan pueril como Una semana en Córcega, remake de una película de 1977 de Claude Berri que nada tenía que ver con sus anteriores trabajos, el director sorprende con un thriller tan conciso como previsible protagonizado por Mel Gibson, a quien Richet le otorga una digna participación otoñal en el cine de acción por el que el protagonista de Mad Max y Conexión Tequila será reconocido.

    Pero si estamos lejos de Una semana en Córcega, historia de la relación imposible entra una quinceañera y el mejor amigo de su padre, tampoco estamos cerca de Asalto al distrito 13, el substancioso remake que hizo Richet del clásico de John Carpenter, o de Mesrine, su díptico sobre uno de los enemigos públicos número uno de Francia. Lo que hace más endeble Blood Father es su guión, sin ninguna arista o recoveco digno de mención; una trama demasiado pulida para una historia que necesita algo más de virulencia y tensión. Richet suple esas carencias con una puesta en escena nada efectista en la que los momentos de acción están convenientemente medidos. No deja de ser una historia simple de última redención, o esa segunda posibilidad que la literatura y el cine estadounidense ha ofrecido siempre a todos los personajes que han fracasado. El personaje encarnado por Gibson se ha aislado del mundo pero vuelve a él cuando lo necesita su hija. No se trata de una relación paterno-filial al estilo de los filmes de Liam Neeson y Luc Besson, pero sirve a intereses similares. Cuando la hija (Elisabeth Röhm) se lo pide, el más que maduro delincuente, ex presidiario y motero se afeita la barba abrupta, se mesa el cabello, adecenta sus ropajes, empuña la pistola, sale del ostracismo lúgubre de la caravana en la que vive y vela por la seguridad de la familia, que es lo último que le queda y su única posibilidad de redimirse.

    Poco más. Con menos cosas se han hecho extraordinarias películas. Blood Father no es extraordinaria, pero ofrece lo que anuncia, pone de nuevo a Richet en el mapa y le da a Gibson, como el personaje que encarna, una segunda (o cuarta) oportunidad de volver por sus fueros, aunque ahora prime el desencanto a la chulería y al fuerza bruta.

    A favor: acción concisa y un Mel Gibson más resuelto y con menos tics.

    En contra: un guión demasiado pulido para el tipo de historia que se relata.

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