Las películas de Pedro Costa, al menos desde el estreno de No Quarto da Vanda (2000), tienen características comúnes: se ruedan con una cámara de vídeo digital, ("cámara que puedes comprar en el supermercado", afirma el director); las personas que aparecen en pantalla se interpretan a ellos mismos, aportando sus propias palabras y trabajan como parte del equipo técnico con Costa; utilizan localizaciones reales independientemente de la luz con la que puedan trabajar y solo usando de vez en cuando lámparas o espejos. Pero lo más importante si tenemos en cuenta la ética que sigue el cineasta, se filman con un bajo presupuesto. Cuando hizo No Quarto da Vanda, fue solo a la aldea de Fontaínhas (Povoa de Varzim, Portugal) y llevo como único equipo su cámara digital.