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    La fiesta de despedida
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    Diana Flores
    Diana Flores

    1 críticas Sigue sus publicaciones

    4,5
    Publicada el 26 de diciembre de 2022
    Esta genial la película
    Habla de la eutanasia desde un punto de vista crítico y un poco cómico la recomiendo mucho
    Lourdes L.
    Lourdes L.

    1.816 usuarios 101 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 11 de octubre de 2015
    La vejez y sus achaques, ¡hay quién tuviera una varita mágica o a su hada madrina!
    Un tema difícil y peliagudo, más cuando tanta tristeza y desolación se intentan llevar con leves toques de ironía y acidez, cuyo humor negro resultante llega a crear un verdadero clima sádico, complicado de manejar y disfrutar pues, la sonrisa que emerge, está rodeada por excesivo dolor y sufrimiento que nadie, en una sociedad digna, debería llegar a padecer en sus carnes.
    La frontera donde situar el límite de la soportable vida y de una merecida muerte que otorge sereno descanso final, esa bienvenida al paraíso decidido de voz propia, un botón y ¡adiós! al padecimiento de un moribundo cuerpo que se consume sin remedio, respiro para un alma que por fin puede partir, donde quiere que vaya -incluso si es a ninguna parte-, y olvidarse de la tortura de una agónica existencia, ya sin sentido.
    No creo que abra debate sobre la eutanasia pues la pena, condena y aflicción observadas son suficientes para relegar dicha cuestión al cajón de los asuntos a resolver más tarde, a cambio de una humanidad compasiva que se intenta exponer con esa ocurrencia y gracia, que alivia los momentos más amargos, donde el abatimiento y la desesperanza se adueñan de la situación completa, ese sagaz contraste entre lo dicho y lo visto, entre lo sucedido y la situación ridícula que le precede, o aquella esperpéntica que le sucede, todo para un relax incómodo y tirante donde se expresa, con fascinación y agudeza, “el Señor no puede ponerse porque está en el baño”.
    “¡Ayúdame a terminar con esto!”, desfalleciente grito de súplica que encabeza esta peculiar historia israelí, atrevida y valiente, que vende en tono de comedia y sarcasmo, la gran tragedia que tiene lugar cada día cerca de nosotros, provocación inteligente y osadía incisiva para plantear lo que nadie desea, tenues risas que no se atreven a ser descaradas por la solemnidad e inconveniencia del acto, un argumento que valora, hablar y exponer con veracidad, la complicada situación que viven y atraviesan sus personajes sin olvidarse de que, en los espacios más serios y dramáticos es donde la carcajada natural surge con mayor reclamo y vehemencia.
    “Por dentro son como niños, sólo el cuerpo a envejecido” y esa es la gran desdicha que se sufre con la longevidad, una mente joven y sana, con ganas de proseguir, aplastada por una materia corporal que se devalúa y extingue a cada día, a cada paso, cada vez más insoportable de llevar, con esa infructuosa resistencia férrea que ya no posee ánimo ni futuro; dos puntos de vista, el del enfermo, sin poder llevar a cabo su no-escuchada voluntad, y el del exasperado familiar que convierte, en posibilidad presente, ese deseo y ansia manifiesta por terminar con el tormento, más esos secundarios que transitan por vidas, tan derrumbadas y al límite, como paseantes ignorantes que prefieren no saber pero, en cambio, juzgan con facilidad pasmosa e inapropiada dureza.
    Sensible y emotiva en los sentimientos que genera, resistente y sólida en el contenido que trata, perspicacia para plasmar ambos lados con sabio abrazo, firme resolución y una destreza de planteamiento que envuelve y no te suelta; vas a estar pendiente de estos cabales abuelos, de sus actos y maniobras, de su ansiedad y comprensión, de su astucia y maquinación para conseguir, por cuenta propia, esa urgente ayuda que nadie se quiere molestar en conceder, pues parece que todos tengan más derecho que ellos a decidir sobre su propia muerte; ternura para con los amigos, cobijo para con los desconocidos, amparo mutuo en situación de necesidad extrema que, a pesar del aspecto cómico y divertido con el que se disfraza, duele en el alma por su caminar fúnebre y siniestro.
    Según tu sensibilidad y afecto del momento, de ese delicado tiempo de su consumo y digestión, la cogerás con más fervor o menos, reconociendo, siempre y por todas, que es un relato audaz y arriesgado que expone, sin tapujos ni vergüenza, una realidad cercana y consabida, muy presente en la memoria.
    Buenas sensaciones y un merecido aplauso para Tal Granit y Sharon Maymom.
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