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    Batman: La Lego Película
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    Batman: La Lego Película

    Porque todo mola mucho más en versión LEGO

    por Alejandro G.Calvo

    Zanjemos el tema rápido: la versión LEGO de Batman no es La LEGO película (2014). No pasa nada, mola igual, se disfruta igual, te rompes el pecho riendo igual. Y es que era imposible repetir el brutal mazazo cerebral que fue el film de Phil Lord y Christopher Miller -uno de los picos del cine del Siglo XXI-, no sólo por ser una película endiabladamente divertida, deslumbrante e imaginativa, sino por saber llevar a la perfección la coyuntura básica de un juego conocido por todos a un terreno meta-cinematográfico donde las piezas protagonistas abordaban su propia metafísica mutante como un desafío estético nunca visto antes en la gran pantalla. Everything was awesome, indeedLa LEGO película no era sólo una película de animación hecha con piezas LEGO, sino la construcción (y destrucción) (y reconstrucción) de un universo que partía de la ficción más chiflada para acabar alcanzando una epifanía lúdica mediante la aceptación de su existencia en el mundo real. No sé si Abbas Kiarostami llegaría a verla, pero estoy convencido de que le habría vuelto loco.

    Apartados Lord y Miller de la ecuación, Batman: La LEGO película cae en manos de Chris McKay -Robot Chicken (2005-2011)-, director, y de Seth Grahame-Smith -Orgullo + Prejuicio + Zombies (2016)-, firmante del argumento (que tiene hasta cinco guionistas), lo que ya lleva a indicar que estamos en un terreno más convencional, aunque no por ello menos divertido. Desaparece el meta-cine y nos adentramos en el terreno de las spoof movies, para, ahora sí, crear una película que es un cachondeo padre desde el minuto cero -los títulos de crédito ya son de ovación-. Ahogados como nos encontramos en el cine superheroico, nada más refrescante que una película que decide reírse a lo grande de los clichés del género y, de paso, poniendo patas arriba al superhéroe más pretendidamente sombrío de las últimas dos décadas. Los chistes a costa de la reclusión de Batman/Bruce Wayne, su deseo de estar siempre en soledad y trabajar en las sombras, su rechazo a la conexión emocional con nadie... es la perfecta masa madre sobre la que construir un discurso sobre la necesidad básica de la creación de vínculos de amistad, amor y familiares, aunque sean de una forma tan loca y disfuncional como la que acaban montando Alfred, Robin y Batgirl. 

    Las mil ideas por minuto que se vuelcan en el film son un avasallamiento al propio poder cognitivo del espectador. Es imposible coger todas las ideas volcadas en la película en un solo visionado, así como tratar de diferenciar a todos los personajes que aparecen -a veces, de modo ultra fugaz- en cualquier plano de la misma. Tanto da. El ritmo acelerado va salpicado tanto de acción narrativa como de chistes a mansalva -qué grande la reconstrucción a modo de foto-flash-back en versión LEGO de las películas de la saga-, normal que dé lo mismo que algún chiste de en el palo, ante tal avalancha de ideas, acaba ganando al espectador por 100.000 a cero. Vaya, que la película acaba por hacer bueno aquello de que cualquier película mola mucho más en versión LEGO. Al menos, en lo que se refiere al Universo Cinemático DC, sin duda estamos ante la mejor de ellas. Así que lo que siempre digo en estas situaciones: que no pare la música. Que yo me veo cien más sin problema.

    A favor: El heavy-rap de Batman. Y su videoteca.

    En contra: Se le podría haber sacado más chicha a la maravillosa catera de villanos que aparecen en el film.

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