Mi cuenta
    Ghadi
    Críticas
    3,5
    Buena
    Ghadi

    Un ángel pasó por el Líbano

    por Suso Aira

    En los (abracadabramente jugosos) extras de la lujosa edición en formato bluray de la filmografía íntegra y esencial de Jacques Tati, el director Otar Iosseliani, georgiano de nacimiento y francés de adopción personal y profesional, diserta de una manera muy entretenida sobre las (no) fronteras del humor, en este caso centrándose en la obra del autor de Mi tío. La comedia, el arte de hacernos reír y sonreír, acaba participando de similares ítems ajenos a la nacionalidad donde estas se produzcan. La comedia, el género ideal para retratar (más o menos amablemente) a todas y cada una de las sociedades de este planeta nuestro, sus pequeñas alegrías y tristezas, sus miserias y tesoros.

    Son los maestros de lo humorístico y lo cómico, de lo desenfadado, de mirar (criticar, exorcizar, ironizar, amar…) lo que nos rodea con otros ojos quitando hierro a tanta trascendencia y pudiendo decir o insinuar lo que el drama, el documental o el neorrealismo no nos deja (o no les dejan). La comedia neorrealista/costumbrista fue la evolución, no sé si lógica, del propio y urgente naturalismo del neorrealismo cinematográfico. Ghadi se apunta a esta corriente, igual porque abrir en canal la sociedad libanesa actual (representada por un arquetípico pequeño pueblecito) y hacerlo con seriedad iba a tener más contestación y problemas que hacerlo desde la amabilidad y la ironía ligera. En ella, virtud de su guionista, y protagonista, toda una estrella de la televisión y la escena cómica libanesa, es evidente esa huella de Tati (el villorrio es clónico al de Un día de fiesta y Las vacaciones del señor Hulot), como la de Chaplin (la coreografía del gag blanco que define personajes de un inteligente plumazo).

    Sin embargo, es aún más prístina la deuda hacia el Vittorio De Sica de Milagro en Milán (de milagros, o casi, va Ghadi), de su inocentona condición de metáfora fantástica con moralina y moralejas. Asimismo es inevitable ver en la película al Berlanga de otra milagrosa (pero muy enfrentada a la censura franquista de la época) propuesta: Los jueves milagro, o incluso, en la segunda parte del film, a esa otra parábola naïve que fuera el Tobi angelical de Antonio Mercero. Pero puede más la buena voluntad y esa vertiente amable (desde la aparición de lo del ángel) que la mala leche que tenían Berlanga y Azcona. Así, más tatiniana y De Sica, Ghadi funciona mejor en su tramo inicial de descripción del pueblo y sus habitantes (una delicia en la cual la voz en off no molesta nunca) que en su infantil e inofensiva magia costumbrista.

    A favor: la presentación de lugar y personajes.

    En contra: le falta algo de malicia.

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