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    El círculo
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    El círculo

    La red (de araña) social

    por Marcos Gandía

    Basada en uno de esos best sellers (sobre todo en Estados Unidos donde ha generado una suerte de comunidad de fans que dan más miedo que el Bill Gates barbudo que encarna Tom Hanks en el film) destinados al público juvenil pero que vienen de la pluma (del teclado de su Mac) de un autor no especializado en literatura teenager distópica (confiesa que escribió esta novela por consejo de su esposa, profesora en un instituto de enseñanza media preocupada por ver a tantos alumnos desnudándose en las redes sociales).

    El Círculo es una película tan curiosa, fragmentada y ambigua como interesante. Su estructura es la habitual en casi toda la literatura norteamericana: la pérdida de la inocencia de un personaje inocente (preferentemente proveniente de un entorno rural o de provincias) cuando llega a la gran ciudad buscando su lugar en el sol, esa cosa que, más que la felicidad, es eso del sueño americano. Los marcos de las historias van cambiando pero en el fondo es siempre la misma sean Judy Hollyday en Un cadillac de oro macizo, Melanie Griffith en Armas de mujer o Anne Hathaway en El diablo viste de Prada. La Emma Watson de El Círculo llega limpia de influencias, abierta a todo, especialmente a vivir, a esa megaempresa donde que se asemeja al jardín del edén, donde todos quieren que seas su amiga, donde los jefes (en especial ese gurú mesiánico disfrazado de buen rollito Steve Jobs interpretado por Tom Hanks) son amigos y donde te ves parte de una gran familia global a la cual contribuir produciendo… y vendiendo tu alma.

    El mito del paraíso perdido disfrazado de un thriller juvenil tecnológico (casi de ciencia ficción por momentos y con un look gélido muy David Fincher o Stanley Kubrick) que introduce elementos conspiranoicos, que resuelve un poco precipitadamente en plan el Tom Cruise de La tapadera (otra novela-película donde una gran corporación es algo diabólico tras su máscara de Disneylandia) y que se pone muy pesado en todo el metraje de la trasparencia de la protagonista, una vacía puesta al día de El show de Truman con las menciones y el reply tuitero o de facebook como añadido. Por fortuna, el film no abusa de esa parte tan blandita y tan de sermón a los adolescentes sobre los peligros de exponer sus vidas privadas en internet, y concluye con un ambiguo plano final que parece estar invitándonos a entrar en el universo de Philip K. Dick.

    A favor: La música electrónica y ochentera de Danny Elfman en su BSO.

    En contra: Toda la parte de la trasparencia de la chica.

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