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    Dando la nota 3
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Dando la nota 3

    Siempre nos quedarán los riff off

    por Alberto Corona

    El mayor atractivo de Dando la nota radicó siempre en una habilidad para reírse de sí misma que iba mucho más allá de la conciencia de un ridículo exhuberante: la primera entrega de la saga, estrenada en 2012, lo abrazaba con amor y, sin dejar de llamarlo por su nombre, construía a partir de él un espectáculo genuino. Era divertido ver cómo las Barden Bellas se comprometían solemnemente con un concurso a cappella por el que se sucedían desde Kelly Clarkson hasta Simple Minds, por supuesto, pero también era emocionante esperar a ver los resultados. Y querer que ganaran, y que fueran felices, y que su amistad nunca se rompiera. Si lo que nos atrajo de esa tontísima película fue la chorrada, el corazón que latía bajo ella permitió que nos quedáramos. 

    Dando la nota 3, cuatro años después, sabe que bajo ningún concepto debe despegarse de estos postulados. Ni el ser la última parte de la saga y su previsiblemente épico clímax debe cortar el flujo frívolo; y por ello, lo más destacado de su pitch es que esta vez las protagonistas van a tener que competir contra instrumentos musicales. Instrumentos musicales de verdad. Guitarras eléctricas y baterías contra voces bien afinadas. Tenía que ocurrir algún día, y cuando ocurre es glorioso. La lástima es que esta premisa sólo da par veinte minutos de metraje. 

    El film, dirigido por Trish Sie tras la retirada a última hora de Elizabeth Banks —que no ha repercutido en su regreso como Gail, beneficiándose nuevamente de la química con John Michael Higgins—, desaprovecha todo lo que de absurdo y competitivo debería tener el enfrentamiento entre las Bellas y aquéllos que nunca han creído que la música a cappella mereciera una película, y, lo que es peor, las desaprovecha a ellas: actrices que auparon el éxito de una saga que de pronto parece conformarse con escoger bien los temazos. La comicidad efectiva se ve relegada al destierro mientras Amy (Rebel Wilson), pese a contar con más minutos de lo habitual, es trágicamente desaprovechada en una trama paternofilial que es preferible no ver para creer —aunque John Litgow cantando por Chicago tenga su punto—; y Beca (Anna Kendrick) se descubre como el personaje terriblemente antipático que ya venía pareciendo.

    Vuelve a ser un placer ver a este grupo de amigas viniéndose arriba por algo tan gloriosamente inane —sobre todo por cómo el guión de Kay Cannon lo vehicula como una forma desesperada de escapismo—, pero éste se construye en torno a experiencias pasadas, a lo bien que nos lo hemos pasado siguiendo su trayectoria a lo largo de los años. Ahora no puede causarnos la más mínima simpatía que quieran actuar en las bases militares estadounidenses, para darle apoyo moral a soldados buenorros y tal. Ni siquiera cuando la primera de las bases que pisan es la de Rota, en Cádiz. En Dando la nota 3 nada llega a ser tan loco como parece. 

    Sin un refugio apropiado en la comedia, el espectador sólo puede parapetarse en el musical que nunca nadie tomó en serio, y que aquí troca en última esperanza. Quizá a sabiendas, los responsables han echado el resto, y esta tercera entrega acaba teniendo los mejores números, y los más ingeniosos mash-up, de la franquicia. No hay otro Since you’ve been gone que sintetice todas sus cualidades, pero a cambio está George Michael, un impactante (y ciertamente embarazoso) comienzo al ritmo de Britney Spears, y Avicii, Beyoncé y Cranberries remixados en una formidable batalla de bandas, tan desprejuiciada y espontánea como siempre fue esta franquicia, y ojalá hubiera seguido siendo. 

    A favor: Los miembros de Evermoist se merecen para ellas solas una trilogía de ‘spin offs’ escrita y dirigida por Rian Johnson. Por lo menos. 

    En contra: Que ni siquiera la pareja de presentadores consiga paliar el descalabro humorístico.

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