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    The Limehouse Golem
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    The Limehouse Golem

    Empoderamiento y grand guignol

    por Gerard Casau

    No se me ocurren demasiadas cosas de las que James Ivory y Terry Gilliam pudieran sentarse a hablar sin llegar a las manos. Una de ellas sería la novela de Peter Ackroyd Dan Leno and The Limehouse Golem, por la cual ambos mostraron interés en llevar al cine en distintos momentos de sus respectivas carreras. ¿Qué cualidades puede tener el libro de Acroyd para llamar la atención de dos cineastas de posicionamientos tan alejados, por no decir antitéticos? Ivory quizá vio en el contexto de la historia, ambientada en Londres a finales del siglo XIX, la enésima oportunidad de sacar a relucir vestuarios, ambientes y maneras de épocas pasadas, con el atractivo además de que la ficción convocaba a personajes reales como Karl Marx o el propio Dan Leno, celebridad victoriana del music hall, integrándolos como actores de un misterio criminal. Por su parte, a Gilliam pudo haberle seducido la atosigante atmósfera que se respiraba en los callejones londinenses más insalubres de aquel tiempo, así como los puntos de vista subjetivos y poco fiables a través de los que avanza el relato, susceptibles de ser filtrados por una visualización abigarrante. 

    En cualquier caso, ni uno ni otro lograron llevar el proyecto a buen puerto, y finalmente ha sido Juan Carlos Medina quien ha trasladado la novela de Acroyd a la pantalla, hallando un posible punto intermedio entre las sensibilidades de sus reputados colegas a partir de un guion de Jane Goldman (que también ha firmado los libretos de X-Men: Primera generación, Kingsman: Servicio secreto y El hogar de Miss Peregine para niños peculiares) y con un reparto que incluye a Olivia Cooke, Maria Valverde, Eddie Marsan y Bill Nighy, quien sustituye al desaparecido Alan Rickman, cuya salud obligó a apearse de la producción poco antes del rodaje. 

    The Limehouse Golem debe su título al sobrenombre que se le da al asesino que aterroriza al barrio londinense de Limehouse, y que algunos creen en realidad obra de un Golem sacado del folklore hebreo, dotándolo de un aura mítica no muy distinta a la de Jack el Destripador. La investigación de estos sucesos corre en paralelo a la del asesinato del dramaturgo John Cree, por el cual es detenida su esposa Elizabeth. A partir de las entrevistas y pesquisas de un inspector de Scotland Yard caído en desgracia por los rumores concernientes a su presunta homosexualidad (Nighy), vamos conociendo la historia de Elizabeth, joven huérfana que logra hacerse un hueco en la compañía teatral de Dan Leno, ascendiendo hasta convertirse en una refulgente estrella de variedades que despierta tanta admiración como celos, para finalmente retirarse del mundo del espectáculo como mujer casada y de posición acomodada. 

    Más allá de las intrigas que despliega la película, quizá confiando en exceso en unos giros argumentales no tan sorprendentes como se pretende, el interés de The Limehouse Golem recae en el retrato de este personaje femenino, cuyo agresivo ascenso desde la mugre hasta la alta sociedad se realiza a través de distintas formas de impostura y enmascaramiento arriba y abajo del escenario, en tonos que tanto pueden recordar a una pieza de teatro-dentro-del-teatro como a la pura sospecha hitchcockiana. La encargada de encarnar a Elizabeth es Olivia Cooke, joven actriz de carrera ya vinculada al cine de género y al fantástico (pensemos en su participación en la serie Bates Motel, así como en títulos como The Signal, The Quiet Ones o Ouija) cuya expresiva mirada es adecuadísima para pasar por las distintas facetas del personaje (de la inocencia a la perversión), si bien es posible que aún no tenga la experiencia suficiente para canalizar todas estos contrastes en una intepretación verdaderamente unitaria. En cualquier caso, la impetuosidad violenta de sus últimas escenas sí transmite a la perfección el espíritu de un filme que muestra la construcción de una identidad desde el grand guignol

    A favor: Su retrato de un radical ascenso femenino en la época victoriana.

    En contra: Las revelaciones de su desenlace son algo menos impactantes de lo que sería deseable.

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