Crítica de SensaCine.com para Después de esto: Segunda oportunidad

La ópera prima de Magnus von Horn podría situarse a medio camino entre el cine de tensión de Michael Haneke y el de responsabilidad moral de los hermanos Dardenne. 'Después de esto' arranca con la salida del protagonista, John (interpretado por toda una estrella del pop juvenil en Suecia, Ulrik Munther) de algún tipo de institución social y su consiguiente regreso a casa en un pequeño pueblo de la Suecia interior. Nada se nos explica del pasado del chico, pero se palpa la incomodidad en el ambiente cada vez que irrumpe en algún sitio, desde su propio hogar hasta la escuela a la que se reincorpora. Desde este punto de vista, la simpatía del espectador se sitúa a priori al lado del personaje. Deducimos que algo hizo mal. Y que pagó por ello. Ahora trata de reintegrarse en una sociedad que se muestra abiertamente hostil ante su presencia, a pesar de la buena predisposición del muchacho. Excepto por su amiga Malin, una chica nueva que desconoce, como el público, qué sucedió con John, buena parte de sus vecinos y compañeros de escuela parecen dispuestos a apuntarse a un linchamiento a la mínima oportunidad.

Von Horn maneja las dosis de información sobre el incidente del pasado de John con el pulso necesario para mantener en todo momento la intriga. Al tiempo que acumula situaciones de tensión cotidianas que ponen a prueba la capacidad de aguante del chico. Nacido en Suecia pero formado en Polonia, Von Horn ha contado para la fotografía del film con Lukasz Zal, colaborador de Pawel Pawlikowski en 'Ida'. Lejos de explotar el dramatismo más fácil (como hacía Thomas Vintenberg en 'La caza'), Von Horn mantiene el clima de incomodidad del film a partir de la contención del drama y de una composición rigurosa del encuadre. En este aspecto, el film recuerda al cine de Michael Haneke. Pero Von Horn se muestra menos impecable con sus personajes que el austríaco. A su manera, 'Después de esto' es una buena muestra de cómo desde Suecia se plantea un cine que reflexiona sobre asuntos de interés colectivo como el de la segunda oportunidad de un joven criminal sin recurrir a los trucos más fáciles del cine social.

Lo mejor: la fotografía de Lukasz Zal.

Lo peor: va a pasar injustamente desapercibida.