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    ¿Que invadimos ahora?
    Críticas
    1,5
    Mala
    ¿Que invadimos ahora?

    Moore convierte Europa en el Paraíso

    por Israel Paredes

    La salida de George W. Bush de la Casa Blanca supuso, a su vez, que Michael Moore perdiera su lugar en el terreno del documental: desde 2009, llegada de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos, tan solo ha realizado Capitalismo: Una historia de amor, estrenada precisamente ese año, y ¿Qué invadimos ahora?, y, entre medias, Slacker Uprising, distribuido por Internet e ideado para apoyar a John Kerry. Los motivos por los cuales su producción ha sido menor pueden deberse a diferentes factores, pero está claro que la administración Bush supuso una fuente de inspiración para Moore, quien, a pesar de llevar en activo desde 1989, con Roger y yo, el salto internacional lo dio durante el mandato de Bush con Bowling for Columbine, Fahrenheit 9/11 y, ya en menor medida, con Sicko.

    Podría decirse que el contexto político-social fue una de las causas que ayudó a que se promoviera a Moore –recordar el Oscar y la Palma de Oro de Cannes- como una suerte de abanderado de las buenas causas, como un documentalista político –que lo es, para lo bueno y para lo malo- que tenía, además, una virtud hasta entonces apenas perceptible en el género, su capacidad para romper la barrera existente por lo general en salas, entre público y documental. Su metodología, la agilidad narrativa, su ironía o toque cómico, la forma en la que presentaba la información –en muchos casos, como se ha llegado a probar, de manera inadecuada o tergiversada- e, incluso, llegar a ser reconocible en pantalla –algo casi inaudito para un documentalista-, fueron algunos de los elementos que convirtieron a Moore en toda una estrella mediática. En cierto modo, Moore fue una 'moda', un instrumento necesario para hablar de algunos temas que interesaron en su momento de una manera ciertamente poco rigurosa, muy manipuladora y, aunque no neguemos sus buenas intenciones, con una necesidad por su parte de figurar en todas partes, que acabaron por ir restando interés a sus propuestas.

    Con ¿Qué invadimos ahora? Moore se adentra en varios países europeos para invadirlos; es decir, juega a la metáfora, simple y efectiva tan solo los primeros diez minutos, para que su invasión consista en llevarse de cada uno de ellos las ideas que considera que podrían mejorar la vida de los norteamericanos. Antes de nada se debe señalar que ¿Qué invadimos ahora? es un documental que está pensando, resulta evidente, para el público estadounidense, una suerte de muestrario de lo bien que viven los europeos y lo mal que viven ellos. En un momento determinado, después de pasar por Italia, el primer país que invade, Moore, narrador del documental y figura omnipresente, deja claro que, cada país tiene sus problemas, pero que él ha ido a cada uno a coger lo bueno, lo que le interesa. Bien. Sin duda, no se puede culpar a Moore de mostrar, por ejemplo a Italia, como un país idílico, dado que su idea es clara: que los norteamericanos vean aquello que se están perdiendo por culpa de su sistema. Y aunque es más que posible que así sea, lo llamativo es que muchos europeos también podrán decir lo mismo… De hecho, parece que en Europa apenas ha habido crisis o está superada del todo. Y todo para que, al final, Moore logre mostrar que muchas de las ideas que quiere trasladar a su país, nacieron, en realidad, en él. Quiere llamar la atención de sus compatriotas sobre el tema, alentar a la protesta, a lo que sea, y para ello, además, no duda en despotricar él mismo contra ellos o pedir a alguien que lo haga por él en busca de alzarse, una vez más, como el buen americano.

    Pero no se le puede negar a Moore la capacidad para crear un documental tan efectivo como efectista, capaz de ir de la seriedad a la comicidad sin mediación alguna, de introducir momentos verdaderamente bochornosos debido a su más que patente objetivo de manipular junto a otros que resultan interesantes, de crear un sentido narrativo al documental de gran agilidad y ritmo. Dejando de lado que la objetividad documental es prácticamente un mito y que la naturaleza de un documental no debe ser simplemente dar información, ¿Qué invadimos ahora?, sin embargo, fracasa como lo hacen casi todas las películas previas de Moore, porque la subjetividad de su mirada está demasiado condicionada por su necesidad de estar demasiado presente, de dejar claro en todo momento que es él, y no otro, quien está realizando el documental, de ahí que la información que nos presenta quede siempre en un segundo plano cuando no cuestionada. La metodología Moore se basa en una cuestión de fe hacia su persona. Quien la tenga, disfrutará del documental y quedará contento por lo bien que se vive en Europa y la miseria generalizada de la vida norteamericana. El que no crea, acabará agotado de Moore y, sobre todo, decepcionado de que las buenas intenciones y la elección de los temas del cineasta no sean más que vehículos para una película dogmática y bastante pobre en su planteamiento como documental.

    Lo mejor: El 'cameo' de Jack Black surgido de una equivocación.

    Lo peor: Michael Moore, en general.

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