La vida de Michaela DePrince prometía ser difícil desde el principio. Su padre murió en la Guerra Civil de Sierra Leona, su madre murió por una fiebre una semana más tarde y sus tres hermanos cayeron de forma prematura. Ante esta situación, el tío de Michaela decide mandarla a un orfanato. Un tiempo más tarde es adoptada por una familia que no tarda en ver el talento de la niña para el ballet. Desde ese momento, Michaela se propone hacer todo lo posible para conseguir que su sueño se haga realidad.