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    La historia del amor
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    La historia del amor

    Todo está conectado

    por David Saavedra

    Además de precursor remoto del boom del cine rumano que se ha producido en este siglo, Radu Mihaileanu ha mostrado en toda su filmografía su obsesión con la identidad judía y las tragedias históricas que han asolado a su pueblo. La historia del amor es la adaptación de un best seller de Nicole Krauss que entronca con todo ello y, al tiempo, se ciñe muy bien a los rasgos más vendibles de la dramedia romántica. 

    Hay una cosa muy interesante que ha dicho el director: que, gracias a las series de televisión actuales, el espectador está más acostumbrado a entender tramas más complejas y cuyas claves se van descubriendo con el tiempo. Eso le ha evitado el tener que simplificar en demasía el argumento de la novela, plagado de saltos temporales y relaciones entre espacios, personajes y símbolos que se pueden percibir con cierta confusión. Mihaileanu entrelaza varias historias paralelas en cronologías cruzadas. Las principales son la de Leo (el gran Derek Jacobi), un hombre amargado por haber perdido un amor de juventud, y que vive solo y hacinado en un pisucho de Manhattan), y la de Alma (Sophie Nélisse), una adolescente de Brooklyn que comienza a experimentar sus primeros romances y se preocupa por la soltería de su madre y el origen de su nombre. Entre medias, constantes flashbacks hacia un pueblo polaco en vísperas de la invasión nazi y algunos menos hacia el Chile de los años 70 ofrecen la dimensión histórica de la tragedia que lo inunda todo, además de un misterioso manuscrito (La historia del amor) que conecta todas las subtramas.

    El modo tan judío en que el autor se va a los extremos (el humor aparece con más intensidad cuando más dramático es lo que se cuenta) es uno de los aspectos más interesantes de un filme que nunca busca el acomodamiento del espectador, así como algunos sutiles giros de guión que aparecen en momentos inesperados. Pero también abusa por momentos de esa querencia por Los Grandes Temas (el amor romántico que es más grande que la propia vida, la guerra como caprichoso manipulador de los destinos, el culto a la supervivencia y la salvación…) y de ciertos subrayados musicales que a veces empalagan con una cucharada más de azúcar de la necesaria. 

    Lo mejor: El componente tragicómico cuando se exacerba más. 

    Lo peor: Los momentos en que se puede confundir con una comedia romántica al uso.

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