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    Regreso a Montauk
    Críticas
    2,5
    Regular
    Regreso a Montauk

    Volver a empezar… otra vez

    por David Saavedra

    “Regreso a Montauk” comienza de modo prometedor: un escritor lee un pasaje de su novela que, al tiempo, se confunde con su propia biografía. Pronto descubriremos que él es Max Zorn (Stellan Skarsgard), un exitoso novelista alemán que ha regresado a Nueva York, donde residió hace años, para promocionar su nueva obra. Ahí aflorarán otros fantasmas del pasado. Pese a estar en compañía de su novia actual –una chica mucho más joven que trabaja para su editorial-, irá a la búsqueda de un amor perdido y, evidentemente, la protagonista de su novela. La historia nos puede sonar -especialmente a quien haya visto la muy superior “Antes del atardecer”, de Richard Linklater- pero, aún así, el primer tercio del filme se sigue con un aceptable nivel de interés. La irrupción de Rebecca, la enigmática mujer a la que da vida Nina Hoss, cotiza al alza. Y todavía más las brevísimas pero intensas apariciones de un tal Walter (Niels Arestrup), cuya relación con el pasado de los protagonistas es aún más misteriosa, y posee un enorme poder de turbación. La pantalla casi tiembla cada vez que le escuchamos hablar -ojo a su uso, cargado de intencionalidad, del inglés y el francés- y en especial cuando suelta la frase de la película: “¿Por qué no te vas a ocupar Wall Street?”.

    Lamentablemente, el personaje de Arestrup está desaprovechado. Prácticamente desaparece en el momento en que los protagonistas llegan a su mítico Montauk, el misterio romántico se desentraña mucho antes de lo conveniente y la trama acaba por derivar en la de un telefilme de sobremesa. En realidad, Volker Schlondorff ha adaptado aquí una novela de Max Frisch, presuntamente autobiográfica, y de ella se puede desprender una feroz autocrítica en el retrato del protagonista, el típico escritor egocéntrico y un tanto infantil que confunde la realidad con sus propias fantasías y termina provocando daños irreparables a quien tiene alrededor. Lo que sí resulta inexplicable es cómo un personaje tan soso y odioso –no queda claro si por mérito o demérito de Skarsgard- consigue seducir de modo tan aplastante tanto a las mujeres de su pasado como a las de su presente. Todo resulta, al final, frío y poco creíble en una historia que genera más escepticismo que empatía.

    Lo mejor: Las apariciones de Niels Arestrup

    Lo peor: El desaprovechamiento de Niels Arestrup

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