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    Hedi, un viento de libertad
    Críticas
    3,5
    Buena
    Hedi, un viento de libertad

    Revolución interior

    por David Saavedra

    La sombra de los hermanos Dardenne (no en vano, coproductores del filme) planea de modo indiscutible sobre el primer largo del tunecino Mohamed Ben Attia. Hedi. Un viento de libertad se empapa del mismo estilo de los cineastas belgas para retratar la revolución interior de su personaje principal. Hedi es un joven apocado que, por presión familiar, está a punto de contraer un matrimonio arreglado con una chica conformista llamada Khedija. Empleado de una multinacional francesa del automóvil, es enviado la misma semana de su enlace a la localidad costera de Mahdia, donde conocerá a una animadora de hotel llamada Rym. Ahí surgirá un chispazo romántico que le llevará a replantearse toda su vida..

    El autor utiliza esta historia, aparentemente sencilla, para hacer un lúcido diagnóstico de la sociedad de su país tras el estallido de la Primavera Árabe. Los efluvios de aquella revolución se expresan tangencialmente, desde el drama intimista, aunque sus vinculaciones sociales y políticas se advierten con bastante claridad en todo lo que rodea a las vidas de los personajes. Especialmente notorias son las constricciones de la tradición –representada por la familia- y el mercado –representado por la servidumbre laboral- a la hora de dirigir las relaciones sentimentales y reprimir el propio desarrollo humano. Será el contacto de Hedi con una chica liberada, occidentalizada, moderna, lo que le incite a intentar rebelarse él mismo contra la opresión interior y externa. Un proceso sometido, por otro lado, a incertidumbres y contradicciones. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a cambiar, romper con las comodidades de lo establecido? Y ¿disponemos del valor que ello requiere?

    Hedi obtuvo el Premio a la Mejor Ópera Prima y el Oso de Plata al Mejor Actor en la 66 edición del Festival de Berlín y, de hecho, la contenida y sensible interpretación de Majd Mastoura es uno de los grandes valores de la película. Pero también lo es la ambientación en la playa y el hotel vacíos, metáfora de la desolación de un país que se ha quedado sin turismo, y el igualmente interesante personaje de Rym (Rym Ben Messaoud), encarnación de un presente precario y un futuro difuso, obligada a vivir en constante movimiento migratorio. Hay mucha más chicha de la que parece en una historia que, en realidad, plasma dilemas juveniles universales.

    Lo mejor: La reflexión sobre lo difícil que es amar en un clima de opresión social silenciosa.

    Lo peor: Que el padrinazgo e influjo de los hermanos Dardenne reste méritos y capacidad de sorpresa al discurso del director.

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