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    El sacrificio de un ciervo sagrado
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    Pipe C.
    Pipe C.

    9.037 usuarios 160 críticas Sigue sus publicaciones

    5,0
    Publicada el 6 de mayo de 2018
    ¿Jugar a ser Dios o jugar a ser Diablo?
    La primera vez que oí sobre este inimitable director fue, aproximadamente, hace tres años, a mediados de marzo de 2015, cuando ‘The Lobster’, quinto trabajo como realizador y guionista que sumergía a sus personajes dentro de un oscuro, perverso, jocoso y distópico hotel, generaba un fuerte buzz al ser un éxito rotundo en el Festival de Cannes, consiguiendo nada más que un Premio del Jurado para el director, una mención especial del Queer Palm y un Premio del Jurado para la “interpretación” de Bob, un canino fundamental para la historia. Aún más reconocimiento cosechó cuando se proclamó como una recia contrincante en los BAFTA, los Globos de Oro y los Premios de la Academia. Cuando su boga cesó, y ante la imposibilidad de ver lo que muchos aplaudían, tuve que seguir adelante, después, tristemente, su nombre solo afloraba esporádicamente en noticias de posibles próximos proyectos. Hoy, dos años después, tuve la fortuna de que aterrizara en mi país, uno en donde el cine dramático yace exánime bajo la sobresaturación de “mega-producciones,” su más reciente filme— estrenado el año pasado en Estados Unidos, — y sencillamente no tengo palabras. Considero limitadas las verdaderas experiencias cinemáticas placenteras, sin embargo, lo que este artista ateneo ha erigido lo pone, con toda seguridad, en los niveles de conmoción emocional, temible perversidad e intimidante e inclusive esotérica profundidad narrativa de un Christopher Nolan o un Dario Argento. Yorgos Lanthimos se ha postulado de repente como uno de los más ácidos, francos, arriesgados y originales artistas trabajando en el campo hoy en día.
    Más allá del relato de perdida, venganza y repulsión que construye, lo que es tan único y potente de Lanthimos es su poder para relatar fabulas poéticamente atroces, un tipo de narración que dista mucho, mucho del prototipo acostumbrado actualmente en las grandes pantallas. Ya lo hacía con su trabajo previo y ahora lo corrobora con “The Killing of a Sacred Deer”, ideas peligrosas y miradas sin anestesia embellecidas con peculiares análisis sobre la mentira, la justicia, el indulto y el rencor; clavando el dedo en la llaga de muchos cinéfilos conservadores que describen este tipo de planteamientos cinematográficos como ostentosos, ambiciosos y vergonzosamente voyeristas. Solo con el primer encuadre seleccionado por el cineasta para abrir el filme se expresa el sentido global de la obra, lanzando sin censura y a pleno color una cirugía a corazón abierto, con chirriantes resonancias como única ambientación, un arranque perfecto. Al mismo tiempo, inicia el difícil trayecto que progresivamente nos hunde, junto con los personajes, en un infernal espiral de místicas degeneraciones que acaecen en las vidas de postal de dos exitosos pero frívolos médicos estadounidenses, una oftalmóloga y un cirujano cardiovascular, y es aquí en donde el conflicto entra a jugar como un componente importante. Muy pocos cineastas han explorado el mundo medico desde un perspectiva tan siniestra, atractiva a la vista de los más curiosos, levantando su historia sobre el dilema de qué podría suceder si voluntaria o involuntariamente un ser humano comete un error al salvarle la vida a otro, todos somos mortales y por lo tanto estamos propensos a que el mas mínimo yerro destruya nuestro mundo, nuestra vida. En un contexto más realista, ínfimas son las opciones de que un caso de estos pase de la mano de la justicia gubernamental a la justicia a mano propia del afectado, sin embargo, es precisamente ese el por qué su cine es tan atractivo, pues intenta imitar realidades, convertirlas en ficción y presentarlas como nuestros reflejos, unos visuales, otros intrínsecamente escondidos. Siempre que la historia vira lo hace totalmente sobre un aire psicológico, cautivador y sobrenatural y muchos amantes del cine aprecian eso, de verdad lo hacemos. Sugerir finamente que todo lo que se muestra en escena no es explícitamente todo lo que se nos quieren decir permite que el espectador inicie, por cuenta propia, un estudio rápido pero mucho más profundo de la conexión entre las imágenes, poniendo en duda de cada línea que salga de la boca de cualquier personaje, cada decisión, cada distracción, un juego en el que el espectador debe ser más avispado. Junto a “mother!” de Darren Aronofsky, “The Killing of a Sacred Deer” posee uno de los guiones más locos, simbólicos y viscerales, en el mal y buen sentido de todas las palabras, de la última década, estupefacción garantizada. Apabullante es la historia escrita por el propio director en compañía de Efthymis Filippou, su habitual co-escritor; desde que se abren los telones las señales advierten de un abrasivo y abigarrado viaje in crescendo que gradualmente, como si de una incontrolable bestia se tratase, aumenta en fuerza y agresividad para devorar lo que pudo ser un insípido drama. Este tipo de cosas hacen más interesante las historias en las que nadie sabe qué diablos acaba de pasar, no necesariamente sobre escenas gráficamente pesadas o giros valerosos, sino sobre ese juego ficcional en que los escritores nos sumergen, queramos o no. Ni hablar de la inmejorable y escalonada construcción de tensión e incomodidad, pues en realidad, la historia no se compone de giros de tuerca eficientes emplazados en los momentos acertados, sino la historia en sí es un gran twist. Para que algo como esto salga bien se requieren obligatoriamente ciertas herramientas, las cuales, por fortuna, son usadas en esta ocasión: actuaciones de primera línea, una cinematografía antiséptica, una banda sonora punzante y una infinidad de apoyos técnicos, artísticos y narrativos que convierten este trabajo, apto expresamente para ciertos paladares, en uno de los mejores del año.
    He aquí uno de las pocos filmes en el que la mayoría, por no decir todas, de las interpretaciones son grandiosas y extrañamente creíbles. Convirtiéndose en el Samuel L. Jackson de Tarantino, en el James Stewart de Hitchcock o en el Daniel Day-Lewis de Thomas Anderson, Colin Farrell regresa a las filas del director, exponiendo, de nuevo, una explosiva relación laboral que ambos hombres saben cómo sacarle el mayor jugo en pantalla. Dejando en el pasado su crudo embrollo sentimental con el personaje de Rachel Weisz, regresa en la piel de un escocido y renombrado profesional que debe desentenderse de su perfecta vida californiana a raíz de una críptica situación que le solicita un inhumano sacrificio, la venganza pide sangre. Farrell hace un trabajo excepcional en esta película, es su película, sentimos ira verdadera, su desconcierto y miedo son reales a través de su mirada, y es que, a diferencia de muchos otros personajes con la misma línea argumental, él es un padre que contempla indefenso como su familia se desborona, uno por uno, ojo por ojo, diente por diente. Es un actor muy honesto, consigue soportar una locura creciente que no se detendrá hasta obtener lo que desea, una genialidad. Por supuesto que la siguiente gran revelación es uno de los más terroríficos y ominosamente perturbadores antagonistas del año: Barry Keoghan. Christopher Nolan le brindó un papel secundario para catapultarlo al estrellato en su más reciente oda técnica “Dunkirk”, sin embargo, este proyecto es el que le da rienda suelta para que brille como los grandes. El joven actor de 25 años ha dado con un personaje complejísimo, lleno de matices, capas representadas por medio de monólogos que el actor verbaliza de manera tan natural como perturbadora, la frialdad de su hirviente odio es lo que convierte su interpretación en un fabuloso triunfo, hay sinceridad y profundidad en su actuación, es tal el poder de su rango dramático que con tan solo un con un par de líneas y una “asqueroso” plato de espaguetis petrifica a un teatro entero, un performance visceral. Parece que nunca encontraremos una mala interpretación de esta matrona, pues con su trabajo en el filme de Lanthimos ratifica una y otra vez su inmensurable talento, ella es Nicole Kidman. Anna, su personaje, a simple vista, es una madre más, sofocada de engaños, una mujer preocupada que luchara incluso contra su esposo con tal de hallar la respuesta a su tragedia familiar, sin embargo, la actriz lo dota de tanta fuerza que verla en pantalla se vuelve igual de preocupante que ver a Keoghan, en un contexto diferente claro está. Con escenas como la discusión en la cocina o las largas tomas con ella como centro, la cámara se deleita dando campo abierto para que esta exhiba todas sus habilidades y también todas sus dudas, pues, a nivel de extrañeza y perturbación, ninguno de los personajes se queda atrás o ¿por qué tumbarse desnuda, casi estática, como una escultura griega esperando excitar a su marido? Raffey Cassidy, Kim en el filme, propone una mirada bastante inusual a su rol adolescente, pues aunque todos los personajes giran alrededor de las decisiones de su padre, las escenas que lidera y el giro de tuerca que poco a poco va tomando su personaje le permite manejar la inocencia, indefensión e inesperada malicia, hay algo en las escenas de canto de esta joven interprete; un freak show adinerado influenciado por una leyenda griega.
    El bárbaro apartado visual de Thimios Bakatakis debía manejar las mismas cotas de brutalidad y extrañeza que el enigmático guion, sinceramente, lo supera con holgura. El cinematógrafo extiende los mensajes a través de una línea fina y agresiva de cuadros simbólicos, desde los más arraigadamente dramáticos hasta aquellos descaradamente violentos; la cámara repta ásperamente por hospitales, onerosas casas, cafeterías e inquietantes sótanos, utilizando tomas extensas para alimentar la imparable tensión mediante tilts y travellings que acompañan en todo momento a los personajes, logrando incluso que el espectador se ponga un escudo para cada escena, está intranquilo y asustado de lo que puede suceder con cada cambio de escena. Como un todo, la composición artística es de primer nivel, metafórica y rebosante de mensajes que brotan de los colores, cada vez más oscuros e indiferentes; la luz juega un rol fundamental en el filme, enfatizando sutilmente un impacto tan sencillo como vivaz que se te queda grabado en la cabeza mucho tiempo después. En los momentos aparentemente menos significativos, por ende más pacíficos, las imágenes son delicadas pero tenuemente bañadas por una mala vibra, sin embargo, en la secuencias en donde el desquicio argumental prima, las imágenes adquieren un valor mucho más revelador gracias al inmejorable trabajo del grupo de arte y producción liderado por Daniel Baker, las escenas más crudas y expresivas se pintan con elegancia y delicada mesura para nunca caer en lo burdo y pesado, la cinematografía potencia el mal agüero que trasmiten los colores y las hitchcocknianas melodías de su acertado soundtrack, las diferentes canciones embelesan y endurecen cada uno de los elementos anteriores; una cinta que te deja en shock por el lado que la quieras ver, una maravillosa pesadilla.
    Turbadora, exultantemente cruel y difícil de ver y olvidar, “The Killing of a Sacred Deer” de Yorgos Lanthimos es su película menos fantasiosa en términos de configuración visual, sin embargo, la descarnada y excéntrica exposición de sus ideas y el arraigado significado metafórico de las mismas son pilares en este rabioso relato sobre el karma, la moral, la venganza y la humildad, ahogando los límites de tolerancia del espectador, provocando disimiles resultados en cada experiencia, en la mía, una maldita obsesión por conocer más de este inclasificable griego. Rápidamente, el realizador moldea su filmografía sobre bases metafóricas, con ideas esotéricas y complejas que perfilan una obra cáusticamente imborrable. Sin duda, la segunda película, narrativa y visualmente, más polémica, perversa y atroz del 2017.
    Sebastián T.
    Sebastián T.

    7.277 usuarios 166 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 29 de mayo de 2020
    Una incómoda historia contada a modo de mito moderno que deja al espectador frustrado. Yorgos Lanthimos es un genio incomodando al público en sus cintas, las cuales siempre incluyen personajes hipomimicos e historias sacadas de mentes que mezclan la creatividad con la perturbación. Esta vez la historia habla sobre la maldición que dirige un joven con serios problemas de personalidad hacia la familia de un médico que hace años atrás cometió negligencia en una operación. La película, mezcla un contexto moderno, protagonizado por gente de ciencia, con el folklore fantasioso e intrigante . Lo anterior la vuelve una película que brilla por no justificar nada. Y claro está, su fin no es entregar una historia lógica y coherente, sino que tal como las mitologías, incomodar a quien la escucha. La dirección, fotografía y banda sonora hacen que esta película sobresalga de la media, dejando la sensación de ver un producto de calidad independiente de lo cuestionable que pueda ser su trama.
    Héctor Torre
    Héctor Torre

    519 usuarios 68 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 30 de agosto de 2018
    Una experiencia que no puedo describir con palabras. Es una película que es completamente incomoda por lo que al final no me la puedo llegar a tomar de forma literal.
    Lanthimos, el director, parece trabajar dentro de los cánones del cine de terror en ocasiones.
    El casting entero está muy bien elegido, pero destaco al chico de fuera de la familia que es fascinante a los niveles interpretativos que llega.
    Dario Lapicki
    Dario Lapicki

    61.622 usuarios 450 críticas Sigue sus publicaciones

    1,5
    Publicada el 26 de mayo de 2018
    Del director de "La langosta" para aquellos que la vieron, esta cinta ofrece una misma línea argumental. Un ritmo muuuy lento, un desarrollo cargado de misterios en el seno de una familia freaky con diálogos y situaciones rarísimas y un desenlace absurdo e inexplicable que no le da sentido a nada de lo transcurrido. Un estilo cinematográfico que no lo comprendo. Una pérdida de tiempo para mi gusto.
    Pennywise(IT)
    Pennywise(IT)

    3.292 usuarios 129 críticas Sigue sus publicaciones

    2,0
    Publicada el 24 de diciembre de 2017
    Lento drama en el que un medico casado y con dos hijos, entabla amistad con un joven,todo se complicara cuando sus hijos enfermen
    ..PICARD..
    ..PICARD..

    44.883 usuarios 1.065 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 6 de junio de 2020
    Muy morosa pero muy absorbente producción británica, con un tratamiento no convencional y filmación elocuente, fría y distante. Cine con intrínseco contenido y singular desarrollo apto para todo el público pero especialmente para cinéfilos. O eso me parece a mí, ¿eh? Pues eso: CINÉFILA. .3 sobre 5. ..PICARD..
    cine
    Un visitante
    5,0
    Publicada el 12 de diciembre de 2017
    Una película cruda pero hermosa, dura pero electrizante, la única palabra con la que se me ocurre describir a esta película es, increíble.Un argumento espectacularmente duro pero que realmente te engancha desde los pocos primeros minutos que ves de la película.Puede que la película sea muy cruda, y por ello no se la puedo recomendar a todo el público, sino únicamente a aquellos que disfruten del buen cine a pesar de la dureza. En cuanto actuaciones cabe destacar la de Colin Farrell, la cual considera brillante, plasma la perfección la angustia que debería sentir un padre en un caso similar. Aunque angustiosa, es una maravilla más que disfrutable.Para terminar este breve análisis solo diré que todo aquel que soporte la crudeza visual, realmente verá una maravilla.
    Rosa Librada Pérez Rivero
    Rosa Librada Pérez Rivero

    8 críticas Sigue sus publicaciones

    5,0
    Publicada el 6 de junio de 2020
    Es una de las películas de Lánthimos que más me ha gustado por su original argumento cuyo telón de fondo es una tragedia clásica griega.
    Sergio Alvez
    Sergio Alvez

    1 críticas Sigue sus publicaciones

    0,5
    Publicada el 31 de mayo de 2023
    Mala, lenta, buenos actores con pesimas actuaciones. Muy aburrida y muchas cosas sin sentido. No pierdan el tiempo
    Marisa Huertas Corvillo
    Marisa Huertas Corvillo

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    0,5
    Publicada el 15 de diciembre de 2021
    La verdad es que considero que esta película es una caca con ojos. La vi hasta el final porque no tenía sueño y mi gatita dormía plácidamente sobre mi pero menudo truco.
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