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    Bright
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Bright

    Orco bueno, hombre malo

    por Eulàlia Iglesias

    En el pasado Festival de Cannes 2017, Will Smith, miembro del jurado oficial, confesó su debilidad por uno de los films a concurso, Jupiter's Moon, la película de Kornel Mundruczo que mezcla cine de acción con fábula social poco sutil y reaccionaria en torno a la crisis de los refugiados en Europa. También fue en Cannes donde Smith defendió a Netflix ante el ataque de Pedro Almodóvar.  Resulta curioso comprobar como la nueva película del actor, Bright, es una superproducción de esta plataforma online que guarda cierta conexión con Jupiter's Moon en su intento de llevar a cabo un film de género que utiliza el fantástico para aproximarse a una realidad urgente

    Bright nos llega con el sambenito de resultar el primer gran fiasco de Netflix en lo que a apuestas fílmicas se refiere. La paradoja de esta película en torno a dos policías, uno humano y el otro orco, que luchan contra una conspiración terrorista élfica, es que no consigue conjugar una vocación y  presupuesto de clase A con su alma de serie Z. Hasta el momento, la mayoría de títulos surgidos de Netflix (Okja, The Meyerowitz Stories, Mudbound...) desprenden una clara áurea cinematográfica aunque se hayan concebido para no estrenarse en la gran pantalla. Con Bright, en cambio, una tiene la sensación de encontrarse con una obra mucho más televisiva, un intento de cruce entre un policíaco de serie B de AXN y el enésimo remedo fantástico de El señor de los anillos emitido en SyFy. Lo que a priori no tiene nada de negativo

    El fracaso de Bright no reside en su naturaleza híbrida sin complejos. Sino en su incapacidad para explotar este potencial. Como film de metáfora política se queda en el discurso más evidente en torno a la falta de diversidad y la discriminación del otro, con diálogos simplones y sentenciosos. El personaje de Joel Edgerton, el policía orco, repite el rol de tantos afroamericanos que se estrenan en el cuerpo de seguridad teniendo que afrontar prejuicios tanto de sus compañeros como de su propia comunidad. Por el lado fantástico, la película tampoco ofrece mayor recorrido: reducidos a su mera lectura social, las criaturas de Bright no disponen de ninguna entidad específica. David Ayer tampoco saca brillo ni a las escenas de acción ni a los momentos fantásticos, demasiado kitsch para tomártelos en serio y demasiado serios para disfrutar de ellos. Para rematar el desaguisado, los responsables de la película no se deciden a explotar el carburante que alimenta cualquier buddy movie, la química sobre todo cómica entre Edgerton y Smith, hasta justo el final. 

    A favor: Los orcos como subcultura grindcore, ya podrían haber tirado más por aquí. 

    En contra: La propensión de un tipo tan divertido como Smith a protagonizar peñazos.

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