Mi cuenta
    I Am Not a Serial Killer
    Críticas
    3,5
    Buena
    I Am Not a Serial Killer

    Malos vecinos

    por Gerard Casau

    Hoy, cuando la cinefilia se ha convertido prácticamente en un estado de paranoia constante, y el mayor objetivo parece ser llegar a las películas como quien corre una carrera de obstáculos esquivando spoilers, este crítico no puede evitar preguntarse qué contar y cómo hablar de I Am Not a Serial Killer sin despertar la cólera del espectador virgen.

    Una solución podría ser colocar una advertencia en el encabezado de esta reseña, a la manera de esas etiquetas que indican si un disco contiene palabrotas. Práctico, sin duda, aunque creo que me sentiría un tanto ridículo al hacerlo: ese gesto no es sino una capitulación ante la trama, concediendo a los puntos de giro un relieve mayor del que merecen en relación al resto de factores que determinan el lenguaje fílmico y su puesta en escena.

    Pensándolo bien, la película de Billy O'Brien (adaptación de una novela de Dan Wells) ya anuncia en su mismo título los engaños y pistas falsas del relato: John es un muchacho criado en una funeraria, acostumbrado a tratar la muerte como algo cotidiano, y de tendencias sociopatas. El cuadro perfecto para que surja un letal asesino en serie. Pero no, no es él el matarife que está aterrando su localidad. Al contrario, el objetivo que se tiene entre ceja y ceja es descubrir al culpable, algo que le lleva a sospechar de su anciano vecino, el Sr. Crowley.

    El instinto del joven resulta no estar desencaminado, aunque la revelación no se produzca de la manera en que John preveía. Porque el Sr. Crowley tampoco es, en realidad, un asesino en serie, sino... otra cosa. Su monstruosidad tiene una naturaleza literal, y a la vez esto obliga a relativizar sus acciones, haciendo que el juego del gato y el ratón que entablan los dos personajes evolucione hacia un territorio emocional que no podíamos prever en los primeros minutos de metraje.

    Fotografiada en 16mm. por Robbie Ryan, con una luz que hace especial hincapié en los aspectos más rutinarios de un pueblo acostumbrado al aburrimiento poco noticiable, I Am Not a Serial Killer tiene su corazón en el peculiar mano a mano intergeneracional que se produce entre sus dos actores protagonistas, Max Records, que, casi una década después de ser descubierto por Spike Jonze en Donde viven los monstruos, sigue creciendo en pantalla del lado de lo disfuncional, y un memorable Christopher Lloyd, que aporta una capa siniestra y amenazante al carisma entrañable con que se le inmortalizó la saga Regreso al futuro.

    A favor: La oportunidad de volver a ver a Christopher Lloyd en un papel con enjundia.

    En contra: Que se reduzca la película a su elemento sorpresa.

    ¿Quieres leer más críticas?

    Comentarios

    Back to Top