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    The Party
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    pepalvarez
    pepalvarez

    663 usuarios 87 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 23 de octubre de 2022
    Interesante sainete con una presentación de los personajes que no deja títere con cabeza.
    Todos, absolutamente todos, representan una sociedad intelectual, culta, bien estante que está podrida y es aburrida y absurda.
    El chiste final es la guinda que Corona el pastel...
    Borja D.
    Borja D.

    14 usuarios 28 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 8 de junio de 2020
    El trabajo que realiza Sally Potter en “The Party” es una absoluta y maravillosa demostración de concisión y rapidez narrativa. En poco más de una hora de película, la directora británica dispone del tiempo de debatir en torno a múltiples cuestiones que pueblan el día a día de (casi) toda la población europea. “The Party” es como ese pequeño frasco de colonia, tan diminuto que uno se llega a preguntar el porqué de su elevado precio. Sin embrago, una vez se descubre lo que hay en su interior… Voilà! Un mundo tan rico y completo que lamentas su brevedad.

    En este filme, Sally Potter, a través de siete personajes heterogéneos pero complementarios entre sí, y sublimemente interpretados por un casting que se ajusta como anillo al dedo a los personajes que han de interpretar, nos habla de cuestiones como la hipocresía de la sociedad moderna y ese afán por ser políticamente correcto con la pretensión de querer agradar a todo el mundo, muy explícito en el personaje de Patricia Clarkson, tan esnob que llega a irritar (y así creo que ese sea el objetivo de ese personaje) al espectador o en el de Kristin Scott Thomas, la política. ¿Qué político no es hipócrita? O más bien: ¿quién no ha sido o es hipócrita alguna vez?

    Otro tema muy interesante es el debate en torno a la medicina, desde una perspectiva poliédrica y variada: privatización o servicio público (y por ende, la ética, existente o ausente, en el mundo empresarial, medicina clásica o nuevas “vías/método de curación”, manifestación de enfermedades “invisibles” (la depresión, por ejemplo), el uso de la ciencia para transformar nuestra realidad a nuestro antojo, etc. Obviamente, todas estas cuestiones, y esto es sumamente importante y muy inteligente por parte de Potter, son tratadas desde varios puntos de vista, evitando o reduciendo la opinión partidista a favor de una u otra vertiente ideológica. Ha de ser el espectador, en concordancia con su actitud e ideología, quien se ha de posicionar, y por tanto empatizar, en favor de uno u otro personaje.

    Y para evitar que todo este debate caiga en lo tedio, lo plomizo y lo pedante, Potter emplea la mejor arma que existe para aligerar cualquier temática: la comedia. Y como no puede ser de otro modo: usando un humor muy negro, junto con un desarrollo narrativo que tiende a enredarse de forma casual y natural. Obviamente, si entre las cosas que se pretende es satirizar sobre ciertas actitudes de la sociedad actual, ¿qué mejor forma que hacerlo vía humor negro?

    Estéticamente, la elección del blanco y el negro (excelentemente fotografía) creo que es coherente con esa representación de una sociedad que cada vez, está más podrida y en la que poco o ningún atisbo de humanidad existe. Es cierto que existe alguna que otra manifestación pura y humana, pero en otros casos, ese acto humano es una simple máscara que un personaje emplea para alcanzar su verdadero objetivo. Algo vacío y falso.

    Por otro lado, el uso que se hace de la cámara y de la iluminación resulta muy interesante. A medida que la trama comienza a complicarse, la cámara se va soltando. Pasa de estar estabilizada por algún tipo de soporte a filmar cámara en mano, manifestando inestabilidad y caos. Por no hablar, de las escala de planos, agudizándose los ángulos en aquellos casos en los que el personaje de turno emocionalmente estable.

    Al final de la película, el espectador tiene la sensación, o al menos así me ha ocurrido, de saber prácticamente todo acerca de los personajes. Su fortalezas y debilidades y los lazos que los unen y que, por tanto, son la causa de determinados actos.

    En resumen, “The Party” me ha sorprendido como una película que es un absoluto ejercicio de cómo, con muy poco se puede contar, y tan bien, tantas cosas. De como no sólo se entretiene al espectador, sino que se le induce en un debate variado en el que uno mismo es hasta juzgado. Y todo ello con mucha sátira y mucha acidez. Sin dejar títere con cabeza.
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