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    9 dedos
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    9 dedos

    Aventuras en las aguas del presente

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Universos post-apocalípticos, escenarios industriales, relatos fieles al patrón del cine 'noir' o a la ciencia-ficción distópica, y ambientes telúricos: las coordenadas por las que se mueve el cine de F.J. Ossang no han cambiado desde que el francés debutó en 1982 con el cortometraje La dernière énigme; pero el cineasta, lejos de ser un creador conservador con su estilo y su forma, es una de las pocas figuras que se atreven hoy en día a reinterpretar, de manera cinéfila pero sobre todo lúdica, las convenciones del cine narrativo tal y como lo conocemos. Por ejemplo, su último trabajo, 9 dedos, por el que se llevó el Leopardo al Mejor director en el pasado Festival de Locarno y que ahora se estrena, es una película de género negro que se transforma en una especie de cinta de aventuras (existencialistas) en un barco (fantasma) para pronto devenir en un asfixiante 'sci-fi' de mimbres mínimos y de consecuencias aterradoras.

    Como muchas de sus anteriores películas, de Le trésor des iles chiennes (1990) a Docteur Chance (1997) o Dharma Guns (2010), 9 dedos es también un filme de acción alrededor de una fuga –los personajes huyen tras un atraco que sale mal– y una poética exploración sobre el fatal horizonte de la humanidad. Su propuesta es tan fiel al género que no se olvida ni uno de los arquetipos y situaciones que solemos encontrar en las cintas de aventuras –del 'mad doctor' al capitán del barco que despierta suspicacias–, y, la cinta, al mismo tiempo se detiene en detiene en filmar las particularidades fotogénicas de cada uno de sus personajes, quienes incluso en los momentos de máxima desesperación parecen esculpidos delicadamente gracias al preciosista blanco y negro del largometraje. Esa alquimia inesperada, pastiche elegante de las referencias e influencias del cineasta, ofrece, en 9 dedos, paisajes estremecedores del "ir a la deriva", de esa idea de extravío como el único estado posible –o el único destino al que es posible llegar– en estas aguas inciertas del presente.

    A favor: Una mirada poética única, casi de otra dimensión.

    En contra: Que sea la única película de Ossang que se haya estrenado en salas comerciales, por el momento.

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