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    Pokémon Detective Pikachu
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Pokémon Detective Pikachu

    Siempre fue el más perspikachu

    por Alberto Corona

    Existe una diferencia fundamental entre el videojuego de Detective Pikachu y su adaptación al cine (fundamental y casi única, ya que el filme resultante sigue su argumento con extrema e inesperada lealtad): en el juego de Nintendo 3DS el Pokémon del título tiene un ego enorme, una voz cavernosa y un atormentado pasado del que sólo puede evadirse parcialmente mediante la ingesta de café. En la película que por fin lleva las famosas criaturas a un plano live action, Pikachu está doblado por Ryan Reynolds. Y sí, esto era algo que se podía saber con sólo estar un poco informado y haber consumido alguno de los ingeniosísimos artilugios promocionales que Warner Bros. y Legendary Entertainment han desplegado para el invento, pero lo cierto es que, en el momento en que la criatura deja de hablar como un humano, se limita a soltar el "pika pika" canónico, y el espectador desea que hubiera hecho eso durante toda la película, ocurre algo terrible. En ese mismo momento, efectivamente, se confirma que Detective Pikachu tiene un grave problema.

    El maligno influjo de Internet había empujado a muchos a depositar una desquiciada esperanza en la nueva película de Rob Letterman (director de El espantatiburones, lo cual ya debió habernos puesto sobre aviso), pero nada nos pudo preparar para que lo peor de Pokémon Detective Pikachu acabara siendo el mismo Detective Pikachu. Por supuesto, su diseño es tan genial y peluchito como nos adelantaban los tráilers, y el filme sabe jugar magistralmente con su potencial adorable al tiempo que no consigue, sin embargo, sobreponerse a la nula entidad del personaje. La gracia del videojuego original radicaba en colocarle un temperamento adulto y amargado al Pokémon que había iluminado nuestra infancia como epítome de lo 'kawaii'; fue por eso que, cuando se anunció que sería comercializado internacionalmente, los fans intentaron por todos los medios que fuera Danny DeVito el encargado de doblarlo. En la película ha acabado siendo Reynolds y, aunque su voz carezca del canallismo trasnochado que requería el papel, no es tanto culpa suya como de un guion en el que han estado involucradas nada menos que seis personas; algo que se nota no sólo en cada uno de los diálogos y chistes que no consiguen despegar, sino también en la configuración de un protagonista sin personalidad definida ni inventiva cómica. ¿Qué habría dicho el Pikachu del anime si le hubieran dejado hablar alguna vez? Probablemente nada importante, y eso es más o menos lo que ocurre en el filme.

    En torno a este fallido personaje y su relación con el personaje de Justice Smith, sin embargo, la película de Letterman sabe introducir un elemento emocional que sustenta gran parte de sus logros, al tiempo que los reviste de profundidad y sentido de la maravilla. Es todo lo referido a la construcción de Ryme City, un paraíso donde han quedado fuera los aspectos más oscuros de los juegos clásicos y Pokémon y seres humanos pueden permitirse vivir en total armonía y como iguales, necesitando mutuamente de un compañero de otra especie que el personaje de Smith, al comienzo de Detective Pikachu, se niega a tener. Es la excusa para que el guión se permita arrojar alguna línea encantadora que otra pero, sobre todo, es la coartada para levantar el inmenso espectáculo visual que propone la película de Letterman, y que triunfa de forma incontestable allá donde podía haber herido a la película de muerte. Los Pokémon que pueblan Detective Pikachu son convincentes y mantienen un formidable equilibrio entre caricatura e hiperrealismo digital, y lo trabajado de este 'look' se mantiene incluso en las escenas de acción más aparatosas. Porque sí, en la película hay unas cuantas por mucha investigación policial que supuestamente la vertebre (narrada de una forma terriblemente torpe), y consiguen validar la apuesta a través de un clímax tan festivo como estilizado, capaz él solo de que te marches con buen sabor de boca por mucho que Detective Pikachu no haya hecho otra cosa que agarrar tus sueños y hacerlos añicos sin piedad.

    Que al final no haya sido la grandísima película que 2019 merecía no implica, sin embargo, que no debamos sentirnos afortunados. Hay alguna idea estimulante que otra, sabe perfectamente dónde debe estar su corazón y, sobre todo (nunca se insistirá lo suficiente en esto), los Pokémon lucen extremadamente bien. De forma que quizá sea mejor valorar a Detective Pikachu no tanto a partir de sus numerosas taras, sino como el posible comienzo de algo muy grande y hermoso. Algo muy grande y hermoso en el que quizá, quién sabe, un día acabe apareciendo una buena película.

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