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    Juliet, desnuda
    Críticas
    3,5
    Buena
    Juliet, desnuda

    La Cara B de Alta fidelidad, el antídoto para Bohemian Rhapsody

    por Manuel Piñón

    Dentro del subgénero de las comedias románticas agridulces que no te cambian la vida pero podrías ver una y otra vez, hay que reconocerle a las historias escritas por Nick Hornby un lugar de honor. Es tan infalible y calentita como la manta bajo la que te acurrucas en el sofá. También es igual de poco vistosa, resobada y más que un lavado necesita una sustitución. De alguna manera, es como el refugio cargado de información genética y miasmas del hombre blanco de mediana edad y cultura pop. Cubierto por esa manta sólo puede sentirse bien él.

    Duncan (Chris O´Dowd), el fan de un oscuro músico norteamericano que desapareció de la escena en los 90, es ese varón que se aferra a su mantita como un Linus entrado en años. Lo maravilloso de Juliet, desnuda, y lo que la convierte en una película diferente a Alta fidelidad, Fiebre en las gradas o Un niño grande, es que esta vez él no es el protagonista de la historia. El centro de atención se ha desplazado a su sufrida compañera, Annie (Rose Byrne), una mujer que comienza a estar harta de que su vida esté condicionada por un cantautor que, reconozcámoslo, no era para tanto. Que sólo encuentre la manera de provocar un impacto en Duncan haciendo una crítica negativa de una grabación inédita del tal Tucker Crowe (Ethan Hawke) es casi como si en las otras películas basadas en novelas de Hornby hubieran quemado los discos, roto el abono del Arsenal o quitado los concursos de la televisión.

    Jesse Peretz, director de series como Girls y Glow o el filme indie Our Idiot Brother, fue miembro fundador de los Lemonheads. Puede que eso tenga algo que ver en lo fácil que en sus manos parece lo más complicado: dar entidad al cliché del rockero maldito con una vida personal caótica. Al fin y al cabo, compartió grupo con Evan Dando, no tuvo que ir muy lejos para preguntar. También ayuda contar con un Ethan Hawke tan motivado como siempre y con el plus de dar salida a su vocación musical frustrada. Consigue que este Tucker resulte tan humano como sus errores. Y ojo, que además ofrece una de las mejores reflexiones sobre el valor de la crítica, a la altura de la de Anton Ego en Ratatouille. Quizá haya que aplicar lo que Tucker dice a su fan: Juliet, desnuda (el disco) está muy lejos de ser una obra maestra. Otra cosa que es que Juliet, desnuda pueda ser una película que vayas a ver más veces que, es un poner, Bohemian Rhapsody.

     

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