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    Demasiado cerca (Tesnota)
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    Demasiado cerca (Tesnota)

    La gravedad de la familia

    por Paula Arantzazu Ruiz

    En Demasiado cerca (Tesnota) la proximidad es dañina, algo así como una energía que tensiona sentimientos y anhelos y que aprieta hasta dejar sin aire a sus protagonistas. Quizá por eso tanto Ilana (una estupenda Darya Zhovnar a quien habrá que seguirle el rastro) como David (Veniamin Kac) fuman sin parar, como si en el humo del tabaco que se echan a la cara encontrasen una rendija por la que respirar. Estamos en 1998 en el norte del Cáucaso y vamos a ser testigos del desmembramiento de una cerrada familia judía al irrumpir la tragedia en casa: David es secuestrado e Ilana se ve obligada a tener que aceptar un matrimonio por conveniencia para que sus padres logren conseguir el dinero del rescate. Un callejón sin salida. Un horizonte perdido. Unos compromisos (familiares) funestos.

    La reflexión de Kantemir Balagov – el joven y talentoso director (tiene 26 años) de Demasiado cerca (Tesnota)en torno a la fuerza de gravedad de la familia es implacable, y en consonancia, la puesta en escena del largometraje es (casi) irreprochable, porque Balagov retuerce el concepto de su propuesta al completo y la película va más allá de la cuestión de la cercanía: Tesnota funciona como una inmersión asfixiante en la intimidad de una comunidad, en el calor de un tiempo y en lo más profundo de una generación frustrada. Mediante un uso inteligente del 4:3–un formato de pantalla que oprime la visualidad–, sumado a las lentes largas y al efectista y efectivo uso del binomio cromático naranja/azul, Balagov no sólo nos sumerge en los días en que Ilana ve cómo su futuro se va alejando de ella, sino también nos enseña, las contradicciones de un territorio que ha de asumir un nuevo porvenir –nuevas fronteras, nuevos grupos étnicos, nuevas ideologías– ahora que ha caído el bloque soviético y el siglo XXI llama a las puertas. Mientras el estado se va disolviendo como un rizoma infinito hacia un horizonte de incertidumbre, Ilana ha de hacer frente al cerramiento de su entorno más próximo. Dos fuerzas opuestas en tensión.

    Hay muchos momentos antológicos en Tesnota –desde la larga secuencia de la pedida de mano de David a su novia, a la escena en la que Ilana y sus amigos están drogándose en un local mientras en una televisión vemos un vídeo de ejecuciones militares de la guerra chechena, o la rave a la que acude Ilana, en la que baila fuera de sí en una suerte de éxtasis catártico–, pero si hay un motivo que define el debut fílmico de Balagov es el del abrazo. Los protagonistas de Tesnota se abrazan en varias ocasiones a lo largo de la película, como si imitaran un abanico que despliega los muchos sinónimos del vocablo – apretar, ceñir, estrechar, enlazar, envolver, estrujar, oprimir–, y en un trayecto semántico que nos recuerda que rodear al otro con tus brazos no siempre significa un gesto de cariño. Furiosa, precisa e impactante, Demasiado cerca puede ser pensada de muchas maneras –un noir caucásico, un melodrama sobre la pervivencia de ritos y costumbres del pretérito, una crítica a la pesadumbre de la familia-, pero no hay dudas al afirmar vehemente que Balagov ha realizado el mejor debut del año y una de esas películas que te pisan el pecho hasta los títulos de crédito finales.

    A favor: Todo. 

    En contra: Nada

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