Cuando conocimos en el universo de los Warren, creado por James Wan, a la muñeca Annabelle, suponíamos un potencial enorme a la muñeca. El trato que se le da en Expediente Warren es aterrador. Cuando se llevó a cabo la primera entrega, fue una enorme decepción, ya que dicho potencial quedaba muy desperdiciado, no llegando a sacarle el partido que se le presuponía al tema. Su continuación, teniendo momentos interesantes y mejorando ligeramente a la primera, tampoco daba la talla, quedándose en una película de terror convencional que abusaba de los tópicos y de las subidas de volumen para asustar. En esta tercera entrega, se consigue una tensión que no se había logrado en las anteriores, volviendo al lugar donde la conocimos (la casa de los Warren y su habitación "maldita"), y, si bien consigue crear mucha tensión y que la ambientación atrape al espectador, la resolución es muy convencional y cae en el típico fallo del género de, una vez "enseñado el truco", todo es truculento y poco sutil.