Crítica de SensaCine.com para La niñera mágica: Mary Poppins tiene relevo

¿Cómo le habría ido a Mary Poppins si los hijos del matrimonio Banks, en vez de dos pipiolos resabidillos, hubieran sido siete pequeñas bestezuelas del viudo Colin Firth, aficionadas a convertir su relación con las niñeras en festivales de la tortura y el desfase que recuerdan al comportamiento de un grupo de Looney Tunes desquiciados? Sin recurrir a canciones maximalistas ni a sonrisas de inteligencia, pero sí a buenas dosis de magia (sin ponerle reparos a la negra), la niñera mágica Nanny McPhee resuelve esa duda con más que eficientes resultados en su primera incursión cinematográfica, procedente de los libros originales de la escritora infantil Christianna Brand.

Mientras que Julie Andrews encarnaba a la niñera ejemplar, provista de hechizos pero también una indudable elegancia y saber estar, Emma Thompson no tiene ningún remilgo para interpretar a una auténtica bruja de cuento con sus verrugas y pócimas. Grandes problemas (niños insolentes) requieren soluciones severas, y eso es lo que ofrece McPhee, con gran eficacia. Pequeño detalle de maldad que se agradece en los momentos de humor más flojo de lo que no deja de ser una bienhumorada fábula moral sobre la paternidad que se beneficia de la implicación de grandes intérpretes.

A favor: La profesionalidad de Emma Thompson para llevar verrugas y dientes salientes en primer plano.

En contra: Una sensación repetitiva en los tira-y-afloja entre la niñera y los críos.