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    Un mundo sin piedad
    Críticas
    3,5
    Buena
    Un mundo sin piedad

    Historia de un "nini"

    por Bibi Ramos

    Antes de debutar en la dirección con La vie des morts, Arnaud Desplechin contribuyó con algunas sugerencias propias al guión de Un mundo sin piedad, el debut en la dirección de largometrajes del también galo Eric Rochant, que previamente había firmado tres cortos. Este contaba entonces con 28 años.

    El actor Hippolyte Girardot (veinte años antes de esa maravilla que es Yuki & Nina, de cuyo guión y dirección fue coartífice) se mete en la piel de un joven de veinticinco llamado Hippo que ni estudia ni trabaja y que se mantiene gracias al dinero que su hermano le pasa, y que este obtiene del tráfico de drogas. El punto de inflexión será una mujer, Nathalie (Mireille Perrier), de quien Hippo se enamorará. Es curioso asistir a este filme veinte años después del momento en que se realizó y leerlo en el actual contexto socioeconómico. Transmitiendo una lectura bastante amarga del contexto, también Rochant logra filtrar una serie de contradicciones, una gran honestidad y una sana autocrítica (en alto grado el filme parte de lo autobiográfico). Aunque algunas decisiones de estilo no acaban de resultar del todo afortunadas, es interesante el modo en cómo Rochant hace bascular este relato entre lo utópico e ideal y la realidad, con sus límites y obstáculos. Sí acierta con el uso de la elipsis y su no posicionamiento aleccionador o moralizante.

    A favor: Su honestidad, su capacidad de retratar una compleja problemática individual y social y la interpretación de Girardot y Perrier.

    En contra: Algunas decisiones puntuales de puesta en escena.

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