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    El río de la vida
    Críticas
    2,5
    Regular
    El río de la vida

    Naturaleza muerta

    por Rodolfo Sánchez

    Robert Redford, desde su debut con Gente corriente en 1980, ha ido creando una carrera como director muy irregular en sus resultados y muy dilatada entre películas. Así, El río de la vida, su tercera película, la dirige doce años después, en 1992, y con tan solo una película entre medias, Un lugar llamado Milagro. En algunos casos, pensamos en Malick, en esto canónico, puede permitir al cineasta el reflexionar acerca de la película que realizará con cierto tiempo. En el caso de Redford posiblemente exista esa reflexión dilatada pero no llegar a transmitirse del todo en pantalla, al menos eso denota el resultado final de todas sus películas que exceptuando El dilema, casi magistral, no acaban nunca de estar cerradas en ninguno de sus aspectos.

    El río de la vida, no obstante, se encuentra entre lo mejor de su corta carrera, quizá gracias a que partía de un material literario previo francamente bueno, la novela de aliento autobiográfico de Norman MacLean. Redford plantea una puesta en escena de resonancias clásicas, pausada y comedida en un relato sobre la familia, la pesca, la naturaleza y los años 20 y 30 en Estados Unidos con un cierto contexto político no del todo desarrollado y aprovechado. El director logra retratar mejor los paisajes que a sus personajes, evocando una naturaleza primitiva evocativa y emotiva como la propia historia en algunos de sus mejores momentos. Pero Redford, poco a poco, deja que su película vaya transitando por lugares fáciles y accesibles, denotando una cierta dejadez a la hora de plantear un drama más profundo, quedándose en la superficie. El río de la vida consigue funcionar en gran medida gracias a sus actores y a que Redford, pero deja un sabor de boca de indudable decepción al sentir que el director se ha dejado por el camino las buenas ideas que planteaba al comienzo de la película.

    A favor: La fotografía de Philippe Rousselot.

    En contra: Cómo el relato va perdiendo fuerza según avanza.

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